El secreto de la felicidad

Seguro que todos han visto mil veces películas de esas que empiezan con el protagonista atado a una bomba con una cuenta atrás: 09, 08, 07... El tipo intenta zafarse pero es imposible, mira los números con desesperación... Y ahí se corta la escena, aparece una vista aérea de un pueblecito de la Toscana italiana y se ve una leyenda que dice: "-24 HORAS ANTES-".

Pues bien, nuestra película de hoy empieza conmigo no atado a una bomba sino peor: dando un paseo por Maspalomas ayer por la mañana y escuchando las palabras "esta es tu segunda oportunidad: cásate conmigo".

-13 AÑOS ANTES-

Cuando tenía 30 años tuve una relación con una chica (de la que ya les mencioné algo en su momento) que terminó porque ella me dijo que necesitaba un marido y un padre para su hija -que entonces era pequeña- y yo le dije que sintiéndolo mucho yo no era un hombre familiar y que nuestros planes eran incompatibles. Ella me dijo estas palabras: "cásate conmigo y jamás te faltará nada", y mi respuesta fue "te lo agradezco de verdad, pero tengo dos manos para trabajar y prefiero tomar mi propio camino a seguir el tuyo". Vamos a llamar a mi ex por ejemplo "Gumersinda", ya saben que no soy bueno para los nombres...

Para hablar de Gumersinda en pocas palabras es un tiburón de los negocios, europea, millonaria (muy millonaria), de la misma edad que yo y por aquel entonces divorciada hacía poco de su marido (de su mismo perfil social y económico). Lo que más me gustaba de ella, y me sigue gustando, es que es una mujer que tiene clarísimos sus objetivos y va a por ellos cuando se puede directamente y cuando no echándole estrategia y paciencia. Para sus proyectos económicos es una virtud fantástica, y en la vida en general da la impresión de que tampoco le ha ido mal. Es inteligente, cariñosa, tiene personalidad, hace deporte y ayer comprobé que se conserva superbién, y en general mi opinión sobre ella es óptima. Su hija por cierto ahora es adolescente, se nota que en esto también Gumersinda ha hecho un buen trabajo porque -dentro de las cosas que tiene la edad- la chica es alegre y activa pero tiene la cabeza sobre los hombros.

Bueno, pues ayer pasé una mañana muy agradable con ella y estuvimos hablando largo y tendido sobre cómo nos han ido las cosas en estos años: Gumersinda tuvo una relación de 8 años hasta hace casi dos, la cosa al final acabó y después de unos meses sola ella empezó a plantearse cómo será su futuro personal. Su hija no tardará mucho en irse de casa ("me dejará sola" fueron sus palabras), y ella que es un lince se adelanta a los acontecimientos y ha empezado desde hace tiempo a buscar a un compañero con el que tener "una vida agradable y relajada juntos". Ha probado con varios candidatos pero ninguno ha llegado a convencerla, y según me ha contado cuantos más hombres conocía más se acordaba de la relación que tuvo conmigo que era exactamente lo que ella está buscando. Ahora ya no necesita un padre, solo alguien con quien aprender a quererse y disfrutar juntos de la vida.

Les he contado mil veces que yo soy el peor hombre del planeta, no sirvo para pareja y no me interesa nada en la vida más que mis propios objetivos personales que en mi caso son intelectuales. Pero no es que sea tan malo porque haya tratado mal a mis compañeras, todo lo contrario: tengo un carácter frío y calculador suave y calmado, nunca discuto ni acepto discusiones, prefiero romper a pelear, soy extremadamente cariñoso con mi mujer... Vamos, aparte de los pequeños defectos que todo el mundo tiene mis problemás más graves son la extrema independencia y mi falta de paciencia. Todas mis relaciones desde antes incluso que con Gumersinda han sido agradables y no han tenido conflictos, lo que pasa es que ninguna mujer quiere estar con un tipo que pasa el 99% de su tiempo en sus cosas y no le interesa ni comer con tus padres el domingo ni acompañarte a tomar algo con tus amigos, no tiene proyectos contigo y no le puedes hacer tragar un poco de mierda de vez en cuando porque a la primera que le toques las pelotas te dejará.

Todos estos defectos graves se han ido extremando con los años y Gumersinda no llega a saber que el hombre que soy ahora es parecido a como era antes pero en el fondo peor. Para no darle muchas explicaciones yo le dije simplemente que no puedo darle lo que ella busca, ella me dijo que no pedía nada más que lo pasáramos bien juntos, y cuando yo me seguí resistiendo y ella me pidió que le explicara por qué no decidí darle la respuesta larga.

Ahora viene lo que en realidad quería contarles en este post; todo lo anterior nos sirve de cotilleo y pero es la introducción, la miga del post viene en mi respuesta a Gumersinda.

Empecé por decirle que entiendo perfectamente su punto de vista, entiendo qué es lo que quiere y por qué, creo que su actitud es muy inteligente y la respeto y admiro al máximo, y estoy seguro de que de una forma o de otras las cosas le saldrán muy bien aunque no será conmigo. Le dije: "mira, en realidad mi problema es que encontrado el secreto de la felicidad. Y ahora no puedo renunciar a ella".

Le expliqué que mi secreto consiste en dos cosas, y las dos son incompatibles con su proposicion. Son estas:

Primero, mi felicidad consiste en hacer con cada minuto de mi vida lo que yo decida que es lo mejor; no ya "en general en mi futuro", sino hoy, ahora mismo, la próxima hora que una vez que se vaya ya no volverá. Cada mañana me levanto y tengo varias opciones para decidir qué hago con mi día: ahora mismo de todas esas opciones elijo la que más me gusta a mí y solo a mí. Si estuviera casado mi decisión sería "si yo estuviera solo mi elección sería A, pero como está mi mujer tendré que ver con ella si hacemos A o B o C". Si antes de irme a la cama yo quiero ver un documental de paleontología (como hice anoche) y ella prefiere ver una serie que le gusta, si yo estoy solo todas y cada una de las noches veré lo que quiero ver yo. Si una tarde yo quiero pasarme el rato viendo el partido de mi equipo favorito -por ejemplo- en calzoncillos y con una cerveza en la mano sacándome los mocos, si yo estoy solo lo haré el 100% de las veces; si estoy con alguien habrá menos veces que haré lo que quiero hacer yo y estaré haciendo una opción que por muy buena que sea no sería mi favorita.

Es decir: el primer secreto de mi felicidad es que, para todos y cada uno de los instantes de mi vida, de toda la lista de cosas que podría hacer esté haciendo la opción que más me guste a mí. Casi todo el mundo prefiere sacrificar esto a cambio de estar con alguien, pero no es mi caso. Si me caso con ella ¿voy a poder hacer en todo momento lo que quiera yo? Evidentemente no: primero porque tampoco quiero alguien que me siga en lo que a mí me dé la gana renunciando a lo que ella quiere, y segundo porque ella necesita un marido que esté con ella y que también esté integrado en su vida social. A mí los amigos de mis parejas me dan absolutamente igual, no tengo interés en conocer a nadie y paso totalmente de irme a cenar con fulanito o de asistir a la fiesta que da Menganito en su casa donde estarán nosecuántas celebrities. Ella me ofrece sacrificar las cosas que quiero hacer a cambio del cómo voy a hacerlas: me ofrece pasarme el resto de mi vida empleando mis valiosos instantes en mierdas que le interesan a ella, pero con un Rolex en la muñeca y un deportivo en mi garaje. Ella me dijo "pero nunca tendrás que trabajar", y yo le respondí: "todo lo contrario, lo que tú me estás ofreciendo es un trabajo a tiempo completo".

Acabé esto con un ejemplo que resume todo: "mi vida es como una cosa que está dentro de una caja. Ahora mismo he conseguido que esa cosa sea maravillosa y perfecta para mí; tú me ofreces cambiar el contenido de la caja, que es lo que me importa de verdad, por un contenido que me gusta menos a cambio de tener un envoltorio más bonito y con un lazo de lujo. Mal negocio".

Y segundo, mi felicidad consiste en que las personas con las que tengo que tratar en cada momento de mi vida sean las que yo quiera. Esto aún no lo tengo conseguido al 100% porque desgraciadamente es inevitable que a veces estés haciendo cosas en sitios donde hay gente que no te interesa, pero voy por muy buen camino y en lo que es mi relación diaria personal he sacado a patadas a todos los que me sobraban. Mi mal carácter me sirve para que no me haga falta tragar nada de nadie, a la mínima que cualquiera me intenta tocar las pelotas lo borro del mapa de mi vida y no vuelve a aparecer en mis pensamientos nunca más, no echo de menos nada ni a nadie, no miro atrás, soy un viajero y soy libre. Ofrecerme ser millonario para no tener que ver a nadie a quien no quiera ver en ese momento sí que estaría bien; pero si me caso con alguien perderé ese lujazo que ahora sí tengo, para empezar porque no tendré más remedio que ver a mi mujer quiera o no (normalmente se supone que querría, pero ¿y si en un momento determinado no quisiera? No podría elegir).

Así que le agradecí mucho a Gumersinda su propuesta, pero le dije que yo era el hombre equivocado y además me lo ofrecía en el momento equivocado. Vivo haciendo lo que me da la gana, todo lo que no sean mis intereses o mis objetivos me importa tres pepinos, todo lo que ella me podría ofrecer me importa tres pepinos, y cuando tienes delante a alguien con este nivel máximo de trespepinismo tentarle con algo que no quiere sencillamente no va a funcionar. Ella tiene que seguir su camino y no tengo ni la más mínima duda de que triunfará, además es una persona que me gusta mucho y seguro que hablaremos y nos veremos otras veces, y si en alguna ocasión puedo ayudarla en cualquier cosa le he ofrecido mi apoyo siempre que lo necesite. Gratis.