Qué rico, una siesta

Link para ver el vídeo

Aprovechando el vídeo les cuento una anécdota. Ayer tuve que viajar por trabajo y a la vuelta tuve el peor vuelo de mi vida: justo en la fila de atrás de mi asiento me tocó una niña de dos años que en las 3 horas del vuelo no llegó ni a cinco minutos en los que no estuviera llorando y berreando como una sirena de bombardeo. Los comentarios por lo bajo de otros pasajeros eran todo el rato en plan "Dios mío, qué pesadilla", "nunca lo había pasado tan mal" o "¿tienes un ibuprofeno o algo?", y yo me pasé esas tres horas pensando no ya en cómo dormir a un niño (como el tipo del vídeo) sino en si habría alguna manera mágica de matar en un avión, a ser posible mejor con grandes sufrimientos, sin ser descubierto o al menos condenado.

Pero esperen porque es peor. ¿Por qué sé que la cría tenía dos años? Todo el avión sufría su bocina porque se la oía a kilómetros, pero yo además me tuve que tragar tres horas de conversación estúpida entre la madre y la chica que se le sentó al lado y que no pararon de hablar de mierdas (en voz alta para poderse oír con los gritos) que empezaron con los horarios de siesta de la niña (la madre la tuvo durmiendo dos horas antes de subir al avión para preparar el viaje, buen detalle señora para amargarnos a todos los demás), y continuaron con otros interesantes asuntos como la alimentación de la niña, las primeras palabras de la niña, la sociabilidad de la niña y muchos otros asuntos documentales extremadamente útiles para alguien cuya vida gire en torno a una sirena con patas. Yo a esas alturas ya había hecho un repaso mental de todos los tipos de asesinato sigiloso que era capaz de imaginar a ver si alguno encajaba allí, lamentablemente sin éxito.

Y como el bicho no dejaba de aullar y parece que la madre quería no pensar en cómo en ese momento todo el mundo la odiaba, para seguir hablando de lo que fuera empezó a sacar los rollos que se le iban ocurriendo y ahí empezó el show de verdad. Un detalle que no les he dicho es que iba vestida con ropas islámicas, y es que (aunque era canaria) por lo visto el padre de la cría era marroquí; y entonces la señora se puso a disertar sobre cómo los marroquíes no son lo mismo que los bereberes, cómo llevaba 8 años con este hombre pero antes estuvo con otro con el que se iba a casar pero resultó que tenía otra mujer (en este punto la otra se puso también a contar sus mierdas y explicó que justo se iba a casar cuando empezó la pandemia, y entonces su novio y ella se fueron a vivir juntos confinados y ahí ella se dio cuenta de que en realidad no lo quería y canceló la boda), la religión islámica, la familia, la integración con los españoles (todo desde su punto de vista de persona indigente mental) y luego todo tipo de idioteces de relleno a cual más absurda y evidentemente vacía (que la otra le seguía porque se veía que su nivel de inteligencia tampoco le andaba lejos). Lo de la cría fue realmente para que te dieran ganas de votar a Herodes en las próximas elecciones, pero ser testigo de la socialización de aquellas dos señoras no fue mucho mejor; aunque bien pensado, ¡alegría! Un rato malo no es nada en comparación con ser consciente y disfrutar de saber que yo nunca voy a tener hijos.