Respuesta corta: los jóvenes se quejan porque sus referencias están en el presente, y en muchos casos en un presente idealizado que no existe.
Yo soy de la generación X, que creció en condiciones incomparablemente peores que las de los algodoncitos que tenemos hoy lloriqueando con el móvil. Pero mi generación se quejaba menos porque nuestras referencias estaban en el pasado: cuando yo tenía 15 años ¿cómo me iba a quejar de mi vida, cuando yo oía a mi abuelo contarme de su juventud (que sí fue jodida de verdad) o a mis padres haciendo cosas que yo ya daba por superadas?
Hoy a un joven ni se le pasa por la cabeza hacer algo tan aburrido como comparar su vida con la de las generaciones anteriores (que se sacrificaron para hacer el mundo cómodo y rico que tenemos hoy); o cuando lo hace se imagina un mundo de fantasía idílica en la que los boomers encontraban a los 20 un trabajo bien pagado y sin ningún sacrificio, los empresarios de entonces eran súper generosos y les regalaban sueldazos por nada, y ellos vivían como funcionarios ricachones hasta la jubilación.
Pero esta referencia absurda de los jóvenes no es del pasado sino del presente: de la idea que hoy ellos tienen de lo que fue el pasado. A los jóvenes del siglo XXI les importa una mierda lo que fue el pasado de verdad, y por eso no preguntan a los viejos de verdad por sus historias de verdad: oyen a otros jóvenes del presente hablar de su visión de cómo era el pasado, no se molestan en mirar atrás de verdad.
La conexión que mi generación y anteriores tenía con el pasado era fuerte: nosotros entendíamos de dónde venía lo que teníamos y eramos perfectamente conscientes de la mierda que habían tragado los que vinieron antes para llegar hasta donde estábamos. Hoy los jóvenes están completamente desconectados de ese pasado, solo miran al presente y encima tampoco se comparan con su presente real.
Si un joven se comparara con ese presente real, incluso aunque aceptáramos que su marco de referencia con ese sesgo no está mal por definición, todavía su comparación podría tener sentido: "todos mis amigos tienen una vida fantástica menos yo". Pero es que ni siquiera llegan a esto: no se comparan con la realidad de su entorno del presente, sino con la imagen cocinada que les llega por Internet sobre lo que debería ser su vida fantástica. Y esto, justamente esto, es lo que responde al título de este post.
Bueno, y además tenemos que añadir dos elementos más a la receta: que a todo el mundo le gusta pensar que la culpa de sus males la tienen otros, y que los jóvenes del siglo XXI tienen un nivel intelectual tan bajo que todos sabemos que la mayoría no llegaría ni siquiera a leer este post porque le parecería muy largo y en todo caso le pediría un resumen a ChatGPT.
Aunque quizá con los más inteligentes hay alguna esperanza, porque al menos estos se lo pedirían a Grok.