Cosas importantes en la educación de tu hijo

Primero les avanzo la introducción y luego les digo lo que realmente les quiero decir. En mi trabajo (una gran empresa) tenemos desde siempre a alguien que se dedica a asaltar la nevera del comedor que está en la planta donde está el departamento de Informática, robando leche a los que la dejamos allí para el desayuno, el café o lo que sea. Todo el mundo echa pestes del ladrón aunque no hay forma práctica de echarle el guante (tampoco vas a instalar cámaras solo para eso), hay gente realmente cabreada con el asunto aunque yo me lo tomo como un mal inevitable y tampoco le doy más importancia que la que tiene como pequeña molestia cotidiana.

Esta mañana me encontré con que me habían vaciado el tetrabrik que tenía dentro de la nevera (guardo otro fuera así que no fue nada), y con el feo detalle de volverlo a dejar -vacío- donde estaba. Ya que estaba después de mis cereales decidí tomarme un minutito para dejarle al ladrón una nota, fue solo un momento y no me crucé con nadie: la escribí, la imprimí, la pegué y volví a concentrarme en el trabajo sin darle más vueltas.


Si todo hubiera quedado en esto no tendría nada que contarles, pero resulta que como una hora después estaba enfrascado en mis problemas habituales cuando dos compañeros de por allí vinieron hasta mi mesa riéndose y haciéndome el gesto de pulgar arriba. "Oye, tu nota, perfecta tío". Yo: "¿la nota de la nevera? Pero ¿cómo saben que es mía?".

Puse la nota sobre las 9:30 de la mañana, y a las 13h cuando me fui habían venido a hablar conmigo nada menos que nueve personas. Yo estaba alucinado porque no me esperaba que una nota de nevera levantara interés para nadie, pero lo más sorprendente de todo es que por lo visto todo el mundo venía directamente a mí porque nadie tenía ni la más mínima duda de que aquello lo había escrito yo. Una de las chicas (que vino sin decir nada y me chocó los cinco sonriendo sin más) me dijo "hombre, aquí no hay nadie más que escriba así"; otra compañera comentó "cuando tú mandas mensajes se nota quien escribe", y como detalle final resulta que la foto que les he puesto aquí arriba no es mía: la hizo uno de mis compañeros (al verla y antes de hablar conmigo) y yo la recibí por WhatsApp... Si la gente se la empieza a pasar por las redes y llega a hacerse viral ya saben quién fue el misterioso activista frigorífico.

Hasta aquí la anécdota, y ahora empieza mi reflexión.

Vamos a ver, ¿cómo demonios es posible que una simple nota de nevera se convierta en un hit? Y ¿cómo es posible que todo el mundo identifique al autor a la primera simplemente por dos párrafos? Pues al volver a casa venía pensando en ello y es cuando se me ocurrió escribir (y titular) este post. Esto que les voy a decir se lo he dicho a mi hermano y a mis amigos que tienen hijos: expresarse bien es un superpoder.

Expresarte bien (anormalmente bien) te da un punto de ventaja sobre todos los demás en una entrevista de trabajo. Expresarte bien y tener palabras exactas para conceptos muy específicos te ayuda a "ajustar" tus pensamientos, y te hace ordenar mejor tus ideas cuando las asocias al lenguaje en el que las piensas. Expresarte bien puede hacer cosas tan geniales como ayudar a una persona que necesita las palabras justas en ese momento, o abrirte puertas que otros no saben ni que existen. Es un superpoder, y lo mejor de todo es que es un superpoder que se puede trabajar y se puede mejorar. Puede tenerlo cualquiera.

A mi hermanos y a algunos amigos que tienen hijos les he dicho alguna vez que la cosa más importante que pueden hacer por ellos es acostumbrarles a leer mucho y ayudarles a expresarse lo mejor posible: la asignatura más importante de toda su vida lectiva sin lugar a dudas es la de Lengua, porque es la que más influencia va a tener en situarles en el lugar que van a ocupar en el mundo. Si yo tuviera un hijo invertiría el máximo de mis recursos en ayudarle a disfrutar con el lenguaje, a entender por qué es tan superultramegafundamental y a sacarle todo el partido para tener una vida mejor (material, social y afectiva). Vamos, seguramente soy el tipo menos indicado del mundo para dar lecciones de paternidad hasta a nadie, pero esto es tan evidente que lo sé hasta yo.