El enemigo

Conversación de hoy mismo:


Hay una anécdota de mi infancia que recuerdo como si fuera hoy: le pedí a mi padre que me explicara los sistemas de ecuaciones y así lo hizo, pero cuando me quedé solo con los problemas me di cuenta de que no me acordaba de los detalles y no era capaz de resolverlos. Me puse a llorar por la frustración y me lo volvió a explicar más claramente, y de paso me dijo esto: "mira, cuando veas un problema complicado de matemáticas tú recuerda que al final todo son sumas, restas, multiplicaciones y divisiones. Tú miras el papel y solo ves un montón de números, letras y símbolos y te parece difícil porque lo ves todo junto; pero cualquier problema que te encuentres, por muy grande que sea, se puede partir en trozos más pequeños y al final llegas a un trozo que solo es una suma, una resta, una multiplicación o una división. Y eso lo puedes hacer, ¿verdad? Pues tú acostúmbrate a resolver los problemas grandes dividiéndolos en partes más pequeñas y verás que todo es mucho más fácil de lo que parecía al principio".

El tipo sin darse cuenta me dio el mejor consejo que he oído nunca, que no solo no olvidé jamás sino que yo diría que a estas alturas me ha dado bastantes buenos resultados no ya con las matemáticas sino con cualquier cosa que me he propuesto en la vida. Y lo que me queda.