No daré nombres por discreción, pero hace una semana estuve hablando con un excompañero programador que me contó que en su empresa -muy conocida en España- su departamento y otros vitales se están rompiendo porque la dirección se ha emperrado en que todo el mundo vuelva a calentar silla en la oficina; y claro, muchos de los mejores (los que pueden elegir) se han ido ya y con parte de los otros es cuestión de tiempo o de subir sueldos para retenerlos. Mi impresión para el futuro a medio plazo es que la diferencia entre las compañías que atraerán el talento y las que se quedarán con la morralla estará en el nivel de psicopatía de los responsables de recursos humanos.
(Vía Dilbert, la mejor radiografía del mundo corporativo que van a encontrar).