Cómo contar una historia (2): el flujo de información

(Link al principio de la serie)

Los estudiantes caminan por el pasillo del instituto dirigiéndose a sus clases. Una chica que lleva unos libros en las manos llega a una esquina y allí se encuentra con otra de su misma edad que venía en sentido contrario.

- ¡Oh, pero si es Fulanita Pérez, mi amiga de la infancia con la que llevo dos meses peleada porque discutimos sobre el chico que le gusta y a mí me parece una mala influencia para ella y no lo acepto aunque secretamente lo que pasa es que estoy enamorada de él y no me atrevo a decirlo! Buenos días.
- ¡Vaya, Menganita López, la persona que más quiero en el mundo pero con la que me enfadé y me gustaría arreglarlo pero no sé cómo, porque soy mala para expresar mis sentimientos debido a la mala relación que tuve con mi padre que nos acabó abandonando para irse con su secretaria y que ahora intento compensar con un novio que sé que es tóxico pero que creo que no me va a abandonar! Buenos días.


En la vida real nadie al que conocemos nos cuenta su currículum completo en dos minutos, y personalmente cuando empiezo una historia en la que el autor se pone a meterme información a presión de manera antinatural directamente la dejo porque ya dejo de esperar nada interesante.

Hay mil variantes para esto: el chico nuevo que convenientemente pregunta “¿quién es?” para que el otro se ponga a repasar completa la ficha del personaje; la jefa que reúne al equipo y repite desde el principio la información del caso que todos ya conocen; el presentador de televisión que se pone a explicar con pelos y señales el contexto de la historia como si fuera una noticia más... Si no eres capaz de darte cuenta de que las cosas no pasan así en la vida real y que por tanto tu recurso no encaja con patrones realistas y creíbles, muy probablemente no vas a conseguir tus objetivos como narrador.

Si quieres que tus lectores entren en tu historia, se crean a tus personajes y se identifiquen con ellos, se emocionen o se impliquen en lo que está pasando, tienes que evitar hacer que salten sus “alarmas de detección de patrones inconsistentes”.

En lo que se refiere al flujo de información a veces necesitas que haya un dato que se sepa porque hay otros elementos clave que dependen de él, y no encuentras una manera fácil de hacerlo. En esos casos deberías preguntarte “¿esto se tiene que saber ahora, o puede esperar?” para ver si quizá podrías preparar con más margen una circunstancia favorable para introducirlo sin que chirríe en la cabeza de tu público; y si la respuesta es que tiene que ser ya, quizá “¿puedo reescribir algo previo para ir orientando suavemente las cosas y que así la situación del ahora esté lista para meter el dato sin forzarlo?”.

Pero ojo con ese tipo de “soluciones”, porque es prácticamente igual de malo forzar una situación inmediata para introducir información nueva que forzar una situación anterior para que la de ahora funcione. La historia es como un barco enorme que tiene mucha inercia, los movimientos del timón tienen que ser muy suaves para que todo fluya y vaya bien.

Y aunque he hablado de un “dato”, puede no ser nada concreto; es más, puedes sustituir un dato por algo que no lo sea pero que produzca el mismo efecto. Si estás construyendo a un personaje que es como es porque tiene un pasado de abusos paternos, puede que no necesites explícitamente que un personaje diga “me he enterado de que tuvo un padre violento” sin venir a cuento. Una simple frase del tipo “no sabes nada de mí”, o la forma de mirar a alguien que menciona algo (algo que no sea sobre padres violentos, por favor), puede generar en el lector una respuesta interna que le haga también comprender un poco mejor al personaje sin tener que explicitar nada. ¿Tú lo sabes todo de todas las personas que te rodean y les haces psicoanálisis para explicar cada uno de sus actos? No hace falta, las conoces y punto. Patrones realistas.

Lo que importa no es lo que tú digas, sino el mensaje que va a llegar a tus lectores. Muchas veces lo que tú quieres decir realmente no es literalmente lo que se cuenta (que el personaje X tenía un padre violento), sino que casi todo lo que está ahí en realidad son medios para llegar al objetivo principal que puede ser cualquier otra cosa. Si piensas que el tono exacto del color de las cacas del gato de la vecina del protagonista es realmente imprescindible para que el mensaje que te interesa contar llegue de verdad y nada se entendería sin esa información, adelante; pero la realidad es como es y da igual cómo quieras justificar que te la saltas. Encuentra una manera natural de que esa información esté en la historia, o simplemente no va a funcionar.

(Link al siguiente post de la serie)