Cómo contar una historia (3): el espacio negativo

(Link al principio de la serie)


- ¡No te vas a creer lo que pasó ayer en la oficina!
- ¿Qué fue?
- ¡Espérate que ya verás tú, te vas a quedar de piedra!
- ¡Pero dime qué pasó!
- Bueno, ahora que lo pienso dije que no lo podía contar… Mira, lo siento pero olvídalo, quería decírtelo porque es tremendo pero no puedo.
- ¡Pero no me dejes así! Dame una pista por lo menos.
- A ver… Solo puedo decirte que me da que alguien que conocemos tú y yo va a acabar en la cárcel.
- ¡Qué me dices! Entonces… Será algo de contabilidad, ¿alguien ha robado dinero o algo así? ¿Cuentas falseadas? ¡Eso sí que sería un bombazo! Pero las cuentas están auditadas y nadie se va a meter en un problema por nada, si ha habido algo de eso tiene que venir de arriba. Si ha habido desvío de dinero sí o sí tiene que haber venido de Dirección. Espera, no me digas que… ¡El jefe está metido en esto!

No sabemos qué ha pasado de verdad, ni falta que hace. Ni tampoco hace falta contar hasta el último detalle en una historia: la mente humana tiende a usar patrones y a completarlos, y basta iniciar correctamente uno o varios patrones (en este ejemplo tenemos una noticia bomba, implicaciones legales y alguien conocido) para que el resto se haga solo.

A veces el objetivo es una información concreta como en el ejemplo, pero puede ser cualquier cosa: construir la manera de ser o las motivaciones de un personaje, situar la acción en un escenario y no en otro… Si un personaje dice “hoy ha sido un día movido, ¿no crees?” y otro responde “no. Ha sido un día de mierda” hay dos patrones de personalidad claramente diferenciados que hemos simplemente iniciado y que, sin que haga falta decir nada más, ya están lanzando información sobre los personajes que nuestra mente completará en dos direcciones totalmente distintas.

Cualquier detalle puede activar un patrón sobre cualquier cosa, lo que llevará a que con muy pocos elementos la mente del público haga el resto. Y no solo eso, sino que cada persona completará en el patrón con lo que más se ajuste a su propia manera de entender el mundo: es decir, lo completará de la manera más realista para él. Cuanto menos cuentes tú (si tu parte está bien hecha) y más trabajo te hagan otros mejor será para la credibilidad de tu historia.

Claro, vas a trabajar menos pero entonces tendrás que trabajar mejor. No es lo mismo guiar el dardo hasta casi el punto donde quieres que caiga, que darle el primer empujoncito y que vaya volando solo hasta justo allí. Necesitas ser muy preciso y muy sutil, ese primer empujoncito tiene que estar muy bien pensado para encajar con todo lo demás. Si fuerzas los patrones la historia se rompe.

Lo bueno es que, aunque tú no controlas la mente de las otras personas y no sabes cómo lo va a interpretar cada uno en la cabeza, sí que controlas todo el entorno de tu historia (has creado múltiples patrones para definir como tú quieres el escenario) y además se supone que tienes la suficiente empatía para entender al menos lo fundamental de cómo piensan los demás. Si es así, y si cada palabra que manejas está bajo tu control y tiene sentido en tu cabeza, el resultado en tu público debería ser exactamente el que tú quieres. Piensa antes de decir, di solo lo que necesites y dilo bien, y el resto se completará naturalmente.


(Link al siguiente post de la serie)