(Vía Dilbert). Si volviera atrás en el tiempo y me borraran la memoria, pero pudiera conservar solo una lección de vida aprendida con mis largos años de experiencia que llevarme al pasado para ser más feliz, tendría cero dudas sobre cuál sería: jamás aceptes una relación con una mujer en las que las cosas por ambas partes no sean totalmente iguales. Ni mostrar ni un ápice más de interés que el que ella te muestre a ti, ni invitarla a salir ni declararte a menos que te haya dejado meridianamente clara la respuesta que vas a obtener antes de que lo hagas, ni regalos, ni NADA que no sea 100% recíproco. Y cada paso solo se da cuando la reciprocidad del anterior ya se ha dado: si haces una cosa por pequeña que sea y no tienes una respuesta igual de entusiasta que la que has dado tú, desconectas instantáneamente (y de manera irreversible, no puedes darle una oportunidad de corregirlo porque la red flag ya está ahí) y sigues con tu vida sin perder un segundo en pensar en lo que queda atrás.
Claro, si volviera atrás en el tiempo y siguiera esa regla estoy seguro de que jamás ligaría con nadie y viviría mi vida sin tener la experiencia de vivir una relación de pareja. Y así de carambola haría trampa y conseguiría cumplir la segunda lección.