La belleza según Lanzarote

Supongo que a todo el mundo le sonará la leyenda del Rey Arturo, la Tabla Redonda, Camelot y demás; pues hay un libro de John Steinbeck que se llama "Los hechos del rey Arturo y sus nobles caballeros" que me encantó cuando lo leí y del que siempre recordé pasajes que me dieron especialmente que pensar. En este en concreto hay cuatro reinas-brujas que capturan al caballero Lanzarote del Lago (Lancelot) y compiten para apropiárselo, ofreciéndole sus increíbles encantos para seducirle y exigiéndole que elija con cuál quedarse. Esto es lo que ocurre:
-No finjas no recordar. Debes elegir a una de nosotras.
Él meneó la cabeza con desaliento.
-No hay opción posible -dijo-. Soy un cautivo.
-Tonterías, te hemos dado a elegir. ¿Acaso no somos bellas?
-No lo sé, mi señora.
-Eso es ridículo. Claro que lo sabes. No hay en el mundo mujeres tan hermosas, o la mitad de hermosas. Nos hemos cerciorado de eso.
-Creo que a eso me refería. Habéis elegido vuestras caras y vuestros cuerpos, creándolos con vuestras artes.
-¿Y qué hay con eso? Son perfectos.
-No sé con qué habéis empezado. No sé qué sois. Podéis cambiar de aspecto, creo yo.
-Claro que sí. ¿Qué diferencia hay? No serás tan necio como para creer que Ginebra es tan bella como nosotras.
-Vean, señoras, Ginebra tiene la cara y el cuerpo y el alma de Ginebra. Ella es así y siempre ha sido así. Ginebra es Ginebra. Uno puede amarla sabiendo lo que ama.
-U odiarla -dijo Morgan.
-U odiarla, mi señora. Pero en cambio, esas caras no son las vuestras. Son sólo imágenes fabricadas, las imágenes de lo que os gustaría ser. Una cara, un cuerpo, crecen y sufren con su dueño. Tienen las cicatrices y los estragos del dolor y la derrota, pero también el brillo del coraje y el amor. Y, al menos para mi, la belleza es una prolongación de esas cualidades.
A los ojos de Lanzarote la belleza no tiene que ver con la apariencia, sino que es simplemente el reflejo de lo verdaderamente importante que son otras cualidades y experiencias interiores; y las marcas y "defectos" externos que la vida y el tiempo van dejando en nosotros hablan también de lo que tenemos por dentro. En realidad al reflexionar sobre esto la idea tiene sentido: aunque hay ciertos cánones o patrones de belleza más extendidos que otros, a cada persona le gustan tipos (físicos) diferentes y en muchos casos opuestos a otros. Por ejemplo ¿por qué hay unas mujeres que se ven atraídas por hombres muy masculinos y fuertes, y otras que adoran a tipos casi afeminados? Y ¿por qué hay hombres que se encienden al ver curvas, y otros a los que les van flacas y planas?

Aunque en nuestro proceso de socialización "aprendemos" que hay detalles que nos tienen que gustar (un cuerpo musculado o delgado, por ejemplo, son estándares actuales pero muy distintos de los que había hace 100 años) en el fondo nuestra naturaleza nos hace buscar instintivamente características personales que simplemente se ven reflejadas en lo que podemos ver. Si esto es así quizá Lanzarote tuviera razón, quizá en realidad la belleza está en el interior...