Cartas a Vanessa 3: las relaciones

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Boy George and Culture Club: Love is love

Como les he contado en las anteriores cartas Vanessa suele contarme cuestiones personales pidiéndome opinión sobre ellas; y como se pueden imaginar hay pocas cosas que preocupen más a un veintañero que el amor, así que es lógico que hayamos tratado más de una vez el tema de las relaciones.

Yo soy absolutamente partidario de que cada uno cometa sus propios errores todas las veces que hagan falta, y para esto aún más: pero me he acordado de un email que le envié hace tiempo con tres "reglas de oro" que luego hemos citado los dos varias veces (siempre para reafirmar su validez en base a las sucesivas experiencias) y quiero compartir la idea con ustedes y quizá con cualquier joven que pueda leer esto y al que el algún momento pueda ayudar. Vamos allá.
Regla número uno: si alguien te gusta de verdad no tengas miedo y ve adelante. Cuando seas mayor lamentarás decisiones equivocadas del pasado, pero sobre todo lamentarás aquellas que no te atreviste a tomar. Si la situación no te convence, si la persona realmente no tiene eso que la hace especial, si hay algo que no ves claro, si tu intuición te dice que él o ella no es bueno para ti, haz lo que creas correcto; pero si dentro de ti hay un "sí", si realmente es lo que quieres, que nada te detenga. No temas que te rechacen, no temas sufrir: de todas formas con toda seguridad pasarás en la vida muchas experiencias negativas, las superarás y la experiencia te hará una persona más madura y mejor. No atreverte a dar un puñetazo en la mesa y luchar por lo que quieres no te va a ahorrar dolor, y encima cada vez que no seas capaz de hacerlo se te quedará clavada una espinita que ya permanecerá ahí para siempre. Cuando haya en tu interior un conflicto entre lo que deseas y lo que temes, recuerda que en uno de los bandos juegan el dolor pero también la felicidad, y en el otro sólo está la frustración.

Regla número dos: no te dejes atrapar. A medida que las relaciones progresan uno se va "enlazando" más, es lógico y es parte del proceso de avance de la pareja misma; pero tienes que tener un cuidado especial en que tú seas quien controle tu nivel de compromiso según te venga bien a ti y según vayas conociendo a la otra persona en el mismo grado que te vas uniendo a ella. Hay mil formas de verse en una situación descontrolada de la que ya no se puede escapar fácilmente: desde irse a vivir juntos demasiado pronto hasta un embarazo no deseado, pasando por por ejemplo mezclar a las familias o amigos -o renunciar a ellos-, tomar decisiones de estudios o trabajo condicionadas por alguien que acabas de conocer, etc. En todo momento tú tienes que ser quien decida hasta dónde quieres meterte en tu relación con los demás. Eso te exige el trabajo de estar alerta; pero mira, poder salir de una historia en el peor de los casos solo con el corazón roto pero sin otros problemas ni equipaje más pesado es que no tiene precio.

Y la regla número tres es, quizá, la más importante de todas: si tienes que romper, no existe un momento bueno; y el menos malo es YA. Hay mucha gente (esto le pasa sobre todo a las mujeres pero no solo a ellas) que en algún momento percibe algo realmente negativo de la otra persona pero decide no verlo, o justificarlo, o sencillamente no pensar en el problema. Sea porque están empezando y en esa fase uno está viendo florecillas y flotando y la mente está en modo "stand-by", sea porque realmente quieres -o necesitas, matiz importante- que la relación funcione, sea porque no es un buen momento (tiene problemas familiares, se acerca una fecha especial, le han echado del trabajo, se ha muerto su mejor amigo, lo que sea), por las responsabilidades juntos de familia o negocios, o por cualquier otra razón: no hay ni una sola persona que conozca que ha acabado abandonando a su pareja, ni una, que no me haya hecho algún comentario sobre algo que ocurrió o que vio en el otro tiempo atrás pero que dejó pasar y después se arrepintió. No digo que al mínimo problema le dejes: digo que, si llegas a saber que de verdad no quieres continuar con esto, cada momento que esperes a hacer lo que sabes que es correcto será un error. Ni es respetuoso hacia la otra persona que merece saber lo que sientes, ni hacia ti mismo que tienes el deber de asumir la responsabilidad de tu vida pagando el precio que haga falta. Además, como me dijeron a mí una vez -porque es una equivocación que también he cometido-, alargar una situación muerta es perder un tiempo de los dos en el que podrían rehacer su vida. Supera el miedo, la vergüenza, la culpa y las circunstancias: haz lo que tengas que hacer y hazlo cuanto antes.
Le dije a Vanessa en su momento que imprimiera mi email y lo pegara en la puerta de la nevera para no olvidarse de todo esto porque me parecía importantísimo. Nunca le he preguntado si lo ha hecho, pero espero que al menos tenga siempre presente la idea general: actuar sin miedo, ser libre y asumir sus responsabilidades. A partir de ahí ¡hay que disfrutar la juventud!

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