La vida pasa
En el momento de escribir estas líneas falta una hora para que, según me ha contado Marie, la veterinaria venga a su casa para dormir a nuestra gata Lulú que está muy viejita (18 años) y ya tiene importantes problemas de salud. Para mí es un día muy triste, claro, y no me lo he podido sacar de la cabeza desde esta mañana; pero ella que es su madre, la que la recogió de la calle y la que siempre la ha tenido consigo, ha tenido que asumir una durísima responsabilidad y tomar la decisión más difícil para el dueño de una mascota con la que ha compartido tanto tiempo de su vida. Todos sabemos que la Naturaleza es así y que, aunque los malos momentos tengan que llegar, son los buenos los que hacen que vivir merezca la pena; no hay manera de evitarlo, es algo que uno tiene que aceptar y seguir su camino. Es muy pequeño el consuelo de saber que estás haciendo lo correcto, pero es que es la verdad.