El origen del nombre de María

Mis tres libros favoritos son, por este orden, "La espuma de los días" de Boris Vian (me pareció tan maravilloso como devastador, hasta el punto de que jamás he sido capaz de volverlo a leer), "Yo, Claudio" de Robert Graves (tengo la serie completa en dvd y la he visto mil veces, y otras mil he leído el libro de nuevo) e "Historias de cronopios y de famas" de Julio Cortázar (mi escritor preferido en general).

Esto no tiene nada que ver con la historia que les traigo hoy, pero es que me la ha recordado Maile hablando sobre la Luna y les quería explicar que después de Yo, Claudio me quedé tan maravillado que busqué todo lo que encontré del autor. Así llegué a Rey Jesús, otro libro que me encanta y que después de haberlo leído hace como 20 años es de los poquísimos que conservo en papel para un día en que tenga tiempo de volvérmelo a leer, y del que tanto tiempo después aún recordaba la cita que pueden encontrar en la página 14 del link que les acabo de dejar (así funciona el cerebro de un freak, estas cosas se me quedan siempre grabadas y jamás me las puedo sacar de la cabeza) y que yo les voy a resumir a continuación: se trata de la leyenda histórica del origen del nombre de la Vírgen María -Miriam-, y que como las Marías de nuestro tiempo se llaman así por ella pues es una forma de explicarles a su vez de dónde viene su propio nombre.

El padre de María era un hombre rico y muy importante en la sociedad judía de la época, y se llamaba Joaquín. Estaba casado con una mujer llamada Ana y en 10 años de matrimonio no habían tenido hijos, lo que por entonces era considerado poco menos que una desgracia; un día Joaquín estaba haciendo cola en el templo de Jerusalén para hacer una ofrenda y por su posición social estaba el primero de la fila, cuando un vecino (que le tenía ganas porque anteriormente había perdido una disputa con él) le reprochó que se pusiera antes que los demás cuando los otros habían sido bendecidos con hijos y él no le había dado ninguno a Dios.

Joaquín era un hombre verdaderamente devoto y serio, y después de una breve discusión aceptó irse al final de la cola admitiendo el argumento del otro. Después de hacer su ofrenda, a la salida del templo, una anciana vidente le profetizó que no debía volver a su casa sino hacer una peregrinación por el desierto, y a los cuarenta días volver de su penitencia para que Dios le escuchara en sus plegarias y le diera un hijo. Al final Joaquín hizo lo que le decía la mujer y se encaminó al desierto.

Allí se encontró con una tribu nómada que le acogió y le trató con gran hospitalidad porque se habían encontrado antes y tenían buenas relaciones con la casa de Joaquín. El jefe de la tribu le dijo que sabía que iba a venir porque había soñado con él, y que según su sueño en 35 días (justo los que faltaban para cumplirse los 40 que le había dicho la vidente) se le produciría un acontecimiento señalado que le llenaría de alegría. Esa noche durante la sobremesa un joven se puso a cantar una canción profética tocando una lira mágica, en la que entre otras cosas anunciaba que una mujer llamada Ana daría a luz a un hijo que sería famoso durante mucho tiempo.

Joaquín estaba intrigadísimo, claro, y le pidió al joven que le dijera si ese hijo de Ana sería niño o niña. Este no supo la respuesta, pero le dijo que si era niño debería llamarse Jerahmeel, que para ellos era el nombre del Sol; y si era niña debía llamarse con el nombre de la Luna, Miriam -nuestra María-. Joaquín no sabía que la Luna se llamara así para esa tribu, así que le aclararon que llamaban a la Luna con muchos nombres; pero era Miriam cuando su estrella se elevaba por la noche enamorada de las aguas saladas del mar.

Bonito, ¿verdad?

3 comentarios:

  1. Gracias por tan hermosa historia, señor Mandelrot.
    Ah... tambien he visto "Yo, Claudio" un centenar de veces. Una maravilla.

    ResponderEliminar
  2. Pues yo he visitado el lugar donde se escribió "Yo, Claudio", Deià en Mallorca (ahora Casa Museo de Graves).

    ResponderEliminar
  3. Qué bueno, no sé qué tendrán ahí pero es una visita que a mí también me gustaría hacer aunque solo sea por acercarme un poco al momento en el que el tipo creó esa maravilla. Recuerdo una vez hace ya mucho tiempo en que estaba en una de mis relecturas del libro y la que entonces era mi novia me preguntó: "¿de qué va? ¿Es de risa?". Yo: "no, ¿por qué lo dices?"; "porque te estás riendo mientras lo lees". Me sorprendió porque no me había dado cuenta, estaba tan absorto en la historia y disfrutaba tanto que sin saberlo me reía solo...

    ResponderEliminar

Por favor, sé considerado y respetuoso con los demás. Los comentarios molestos, ofensivos, mal escritos o EN MAYÚSCULAS, así como los de spammers o publicitarios, no serán publicados.