"No se preocupe, señora; es solo una bala que tiene incrustada en el cráneo desde hace 64 años". Jin Guangying, una abuela china de 77 años, recuerda que cuando la invasión japonesa de la II Guerra Mundial unos soldados le dispararon y su madre le curó la herida con un emplasto de hierbas. Se recuperó en unos tres meses y siguió con su vida, hasta la sorpresa que se ha llevado ahora al ir a hacerse una simple radiografía en el hospital...