Bueno, ya saben que me había conseguido matricular en un curso que me permitiría entrar directamente en la Escuela de Arte que es mi objetivo académico a medio plazo: pues bien, el Sistema ha reaccionado con un directo a la mandíbula porque, aunque parezca sorprendente, ¡me han expulsado del centro por sobrecualificación! Teniendo en cuenta que con la Semana Santa aún no me había dado tiempo ni de poner los pies en una clase creo que he debido batir todos los records de expulsiones, así que irónicamente según la teoría debo ser el peor estudiante de todos los tiempos.
Pero yo también me he apuntado un puntito en el marcador, porque no sé si por buena voluntad o por vergüenza el caso es que al menos me han dejado matricularme en el curso como oyente (que también tiene para mí aspectos muy positivos) con lo cual aunque sea un pasito pequeño al menos he avanzado un poco con respecto a la situación anterior. Además los funcionarios de la secretaría del centro son profesionales que hacen su trabajo sin olvidar que al final si están ahí es para facilitar que la gente estudie (cosa rara estando en España) y me han propuesto intentar otra cosa, que es presentar una solicitud al jerifalte político que controla el cotarro en mi región para ver si me concede un permiso especial; mañana lo llevaré y ellos generosamente se encargarán de llegar hasta él y tramitar la gestión.
Antes de seguir les corto y pego un trozo de la carta que le he escrito al responsable político en cuestión:
En el actual Sistema Educativo español se dan los sinsentidos de que un adolescente se ve obligado a tomar una decisión irreversible que marcará todo el futuro de su vida educativa y probablemente profesional; si posteriormente, con más madurez y experiencia, descubre que cometió un error y pretende comenzar un nuevo itinerario formativo, se le niega expresamente la posibilidad de estudiar un nuevo bachillerato (una limitación absurda y más teniendo en cuenta de que sí puede estudiar una nueva carrera universitaria); y si como es mi caso un adulto está dispuesto a hacer duros sacrificios personales y profesionales para volver a estudiar, tiene que batallar durante años para acabar mendigando un permiso especial discrecional para conseguir algo que debería ser automático. Independientemente de que un día la política educativa fomente el estudio y ayude a los ciudadanos a estar lo mejor formados posible en lugar de ponerles obstáculos para progresar, creo que al menos en este caso lo que pido es solo un poco de justicia y sentido común.
Por supuesto si tengo suerte, el tipo
En fin, por otra parte en el trabajo voy a tomarme una semipausa hasta el verano (me la he ganado: tengo las manos tan machacadas de la temporada alta que me despierto varias veces cada noche por el dolor), que aprovecharé para estudiar y de paso para tomarme un rato diario para dedicárselo a Mandelrot; así que dentro de nada volveré a publicar contenidos variados regularmente, al menos hasta que vuelva a surgir alguna noticia que cambie las cosas otra vez y tenga que adaptarme a las nuevas circunstancias. ¡Me alegro de seguir con ustedes!