Mi día transcurre así: me levanto a las 7, desayuno delante del ordenador leyendo algunas noticias -tengo más de 1000 posts pendientes- y si puedo contestando algo del correo y a las 8 me llega la hora del aseo, planchar mi ropa, preparar comida para la jornada (en el hotel se come muy bien, pero ya saben que yo intento mantener en lo posible mi dieta de atleta) y lo que tenga que llevar al trabajo. A las 9 salgo de casa y tardo 20 minutos en llegar caminando al complejo hotelero donde ahora soy el spa manager; hasta ahora estoy saliendo sobre las 9 de la noche más o menos, me voy caminando otra vez a casa, cojo el coche y me voy al gimnasio (me gustaría ir a pie, pero está algo lejos y cierran a las 11 de la noche así que no llegaría a tiempo), vuelvo a casa, otra ducha y a dormir flotando como en los dibujos animados.
El trabajo en sí me gusta mucho, el ambiente es muy bueno (un par de retrasados mentales como es habitual, pero el porcentaje de anormales no es mayor al de cualquier otro sitio) y me ha sorprendido encontrar a algunas personas concretas realmente especiales. Además he tenido la suerte de que una de ellas es justamente la manager que se va dentro de unos días y a la que yo vengo a sustituir, estoy trabajando codo con codo con ella y me está ayudando muchísimo a que la transición sea fluida y todo me resulte lo más fácil posible. Lo único malo que tiene es que es una bestia del trabajo y la perfección, y me ha dejado el listón tan alto que como ya me temía voy a tener que sudar tinta para superar lo que ha hecho... No tengo dudas de que -si me dejan- lo conseguiré, y por cierto que me ha alegrado mucho saber que cuando le he contado cómo pienso hacerlo y cuáles son mis planes ella ha estado de acuerdo conmigo. La cosa no es fácil, pero no estoy aquí para tocarme las narices sino para ganarme el sueldo y ser rentable para mi empresa.
Mi casa es genial, un dúplex de 80 m2 con una superterraza enorme que yo de momento solo he podido pisar para tender la ropa de la lavadora por la mañana antes de irme a trabajar. Me faltan cosas que comprar (bombillas, relojes porque me gusta tenerlos por todas partes para saber siempre la hora, una papelera y otros enseres domésticos por el estilo) pero no tengo tiempo -ni sé cuándo tendré- aunque no me queda pendiente nada urgente; el lugar tiene buena pinta y con mi pequeña personalización (mi escritorio con el ordenador, mi bici estática y demás) el aspecto queda a medio camino entre una cueva freak y un hogar de verdad. Tengo unos vecinos que
Ya saben que para mí son importantísimos los pequeños placeres a falta de otros que disfrutan los demás, y ahora mismo mi mayor lujazo cotidiano es el desayuno: la foto de arriba -que he sacado para ustedes hace un momento- es la de unos cereales que he encontrado que me encantan, y además he decidido cambiar la soja normal por la de chocolate (ya ven, me estoy entregando al vicio y al placer desenfrenados) que aunque no es la marca que más me gusta no está mal y el total de la mezcla sabe riquísimo.
¿Más detalles? El gimnasio al que voy es el más cutre-salchichero que he visto en mi vida (que ya era difícil), un sótano con suelo de gres con las máquinas más viejas que yo y las pesas libres que parecen sacadas de un vertedero (las pocas que hay, encima los pesos ni siquiera están escalonados con lo que te puedes encontrar que una es demasiado poco para lo que necesitas y la siguiente se pasa); hay allí concentrada tanta testosterona como falta cerebro, y hay mayoría de machos que van allí a "mover hierros" sin tener ni idea de lo que es un entrenamiento especializado y profesional de verdad; pero vamos, yo voy, muevo mis hierros y cuando tenga tiempo iré a mirar un hotel del que me han hablado que sí tiene un centro fitness con equipos de alta calidad para cambiarme allí.
A partir de septiembre tengo previsto, si por fin puedo trabajar menos horas o librar regularmente, irme un par de veces por semana con mi amigo Alex a aprender blues con él (como han visto toca la guitarra, y los dos somos amantes absolutos del blues); además si todo va bien me gustaría retomar un proyecto de cómic que tengo pendiente con el dibujante Jorge Villena del que ya les he hablado alguna vez, y ya de rebote estaría bien empezar un curso de dibujo que me he bajado de la red y que tiene una pinta fantástica. Ya que el Sistema no me deja tengo que buscar soluciones por mí mismo...
En fin, ya ven cómo están las cosas. Nueva vida, muchísimo trabajo pero buenas sensaciones para lo que está por venir... Veremos, muchas gracias a todos los que se han interesado por mí y paciencia que contestaré según buenamente vaya pudiendo; ¡hasta otra!