"Mamá", un minuto de terror

Abrazaba a Mamá con todas mis fuerzas. Ella me rodeaba completamente con sus brazos como si de verdad pudiera protegerme, pero la notaba temblando como una hoja.

- Tranquila, pasará -susurró-. Tranquila...

Seguía hablando despacio, tratando de calmarme, pero yo solo podía oír los golpes que venían de abajo. Sabía lo que significaban.

- ¡Puta! ¡Todo esto es culpa tuya, puta!

Un estampido de cristales. No sabía qué podía sonar así, quizá la lámpara del salón.

- Tranquila, cariño. Esta vez nos iremos para siempre -me acariciaba la cabeza mientras yo mantenía los ojos apretados y la cabeza contra su pecho-. Cuando se le pase nos...
- ¡Puta! ¡Tú y la puta pequeña! ¡Os voy a matar a los dos!

Una explosión aún más grande. ¿Por qué? ¿Por qué Papá se ponía así? Ya hacía meses que todo parecía estar bien; yo soñaba con que no pasara más, me portaba siempre bien, hacía mis tareas, intentaba...

¡BLAAAAAM! El golpe se oyó tan fuerte que hasta Mamá dio un grito. Fue solo un momento antes de que siguiera hablándome, pero sabía que estaba tan aterrada como yo.

- No va a pasar nada, cariño. Mañana cuando se vaya al trabajo nos iremos. Ya lo tengo pensado. Nos vamos.
- Mamá, ¿es que he hecho algo malo? ¡Te prometo...!
- No, cielo, no, claro que yo -susurró-. Ya te lo he dicho, no es culpa tuya. Papá no se encuentra bien.

Apenas podía oírla porque los golpes ya eran tan fuertes que retumbaban las paredes. ¿Estaba Papá usando otra vez el martillo del sótano contra los muebles?

- ¡Putaaaa! ¿Dónde os habéis metido? ¿Os estáis escondiendo de mí?
- Cariño, es mejor que te metas bajo la cama.
- ¿Dónde estás? ¡Voy a rajaros a las dos! ¡Se acabó!

En ese momento se oyó un ruido de objetos metálicos chocando.

- ¡Mamá, no...!

Pero Mamá de repente me empujaba con urgencia.

- Cariño, métete debajo de la cama.
- ¡No, por favor! -Lloraba yo intentando agarrarme a ella más fuerte.
- Rápido, cariño, no discutas -me empujó para soltarme. Trataba de mantener bajo el tono de voz pero mientras se ponía en pie noté más que nunca su alarma-. Métete debajo. Ya.

Algo arrastrando, un golpe más fuerte y la voz de Papá más cerca. Parecía estar subiendo las escaleras.

- ¿Dónde estás, puta? ¡Se acabó, te voy a rajar a ti y a tu putita!
- Cariño, ya -Mamá usó más fuerza y me sujetó las manos-. Abajo, ¡ya!
- ¡Nooo! -Yo lloraba aterrorizada tratando de abrazarla de nuevo mientras ella me sujetó con fuerza y casi me tiró al suelo para esconderme.
- ¡Así que estáis aquí! ¡¿Queríais escapar de mí, eh, puta?!

La voz de Papá en la puerta, su enorme figura, su cara de loco y el cuchillo en la mano, nos dejó petrificadas por un instante; yo no pude reaccionar, pero ella rápidamente alargó una mano hacia mí y me dio un empujón que me hizo rodar bajo la cama.

Vi los pies de Papá acercándose y la cara de Mamá mirándome con ojos de pánico. Abrió la boca para decirme algo pero no pudo: una enorme mano asomó tras ella, la sujetó por el pelo y tiró hacia atrás haciéndola desaparecer.

No recuerdo más.

Hace un par de días una amiga, profesora de instituto, me contó que habían hecho un concurso de relatos de terror entre los profesores de Lengua y me pasó un pequeño volumen con todas las historias que presentaron los participantes. Eran todas muy cortitas, de entre 1 y 3 páginas, así que no me costó mucho leerlas: fantasmas, cementerios, bichos, brujería... Unas me gustaron mucho, otros poco y otros nada; pero le escribí comentándole que terror, lo que es terror, no me lo había dado ninguna. Es que producir una emoción tan profunda en una página o dos es muy, muy, muy difícil porque no te da tiempo de sumergirte realmente en la escena; y además en mi opinión las historias de terror (como las de "risa") son los géneros más duros de hacer porque, si bien en el resto la definición está en el contenido ("aventuras", "espionaje", "ciencia ficción") tanto la "risa" como el terror se definen no por lo que cuentan sino por la emoción que causan en el lector. Fíjense si es difícil que la mayoría de películas de miedo no son de miedo sino de sustos, y las de risa no son de risa sino de gags o chistes. Normal, no es algo al alcance de cualquiera.

En fin, el caso es que al leer los relatos aquellos me entró el gusanillo y dediqué un rato a hacer esta prueba a ver qué tal. Como han podido ver mi idea ha sido mucho más mundana que las fantásticas de muertos y espectros de los del concurso, pero es que 1) yo no tengo tanta imaginación y mis creaciones son siempre "poco mágicas", y 2) pensé que ya que solo tenía una página me sería más fácil meter al lector en la acción si planteaba una situación más inmediata que si tenía que llevármelo a un escenario más lejano que tendría que dibujar. En mi minirrelato no hay que explicar nada, todos nos imaginamos perfectamente de qué va la cosa sin necesidad de contar por qué están los personajes allí. Supongo que tampoco habré conseguido hacerles pasar terror, pero al menos espero que sí se les haya movido algo por dentro...