Para que te fíes
Esto me ha recordado una anécdota absolutamente fantástica y que me tuvo riéndome solo durante semanas. Hace más de 15 años ya, estaba tomándome algo con dos amigas del trabajo y con las que había tenido algún rollete del cual absolutamente nadie sabía nada (yo estaba seguro de que entre ellas no se habían contado el asunto porque se llevaban fatal). Estábamos en un sitio turístico y había una pareja de alemanes en la mesa de al lado, y en esto una se levantó para ir al baño; yo aproveché la situación para darle un beso a la otra... y al ver a la alemana que nos estaba mirando ¿saben cuando se le enciende a uno de repente la bombilla de la maldad? Pues me salió sin pensarlo, le hice el mismo gesto de Goofy en plan "guárdame el secreto".
La pobre mujer se quedó congelada como si estuviera viendo a Jack el Destripador, y se puso a susurrarle algo a su marido por lo bajo (él se dio la vuelta discretamente y me miró con los ojos como platos). Pareció que ese día los astros se aliaron conmigo para seguir la broma, porque nada más volver la primera chica le preguntó la otra dónde estaba el baño y se fue ella. Ni que decir tiene que repetí la operación exactamente igual, haciéndole a la mujer de la mesa de al lado el mismo gesto y comprobando que mientras yo me moría de la risa por dentro ella estaba colorada como un tomate poniéndome a parir con su marido y mirándome con ojos de total desaprobación. Al final ellos se fueron antes que nosotros, y cuando pasaron a mi lado la señora me dijo "bye-bye" con gesto de "serás cabrón...".
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El lado malo