El plan

Cuando tenía 20 años estaba trabajando en una empresa como guardia de seguridad, y un día yo estaba teniendo turnos de 12 horas (12 trabajo, 12 libre y 12 trabajo otra vez) cuando hubo una baja y mi jefe me llamó para decirme que tenía que cubrir su turno: o sea, 36 horas seguidas sin parar. Estábamos en la oficina central y me explicó lo que tenía que hacer, y yo le dije "pero al menos déjame después un día libre completo, para recuperarme de la paliza"; su respuesta fue abrir un cajón, sacar de él un montón de hojas y ponerlas sobre la mesa, y decirme "todo esto que tengo aquí son currículums de gente que quiere tu puesto". Se acabó la conversación. En aquel empleo, por cierto, dos veces me desmayé de agotamiento: la segunda estaba caminando como un zombie y lo siguiente que recuerdo es despertarme en el suelo con sangre en la frente y un dolor de cabeza espantoso.

Hace varios años se juntaron varias circunstancias de cambio en mi vida, y aprovechando la situación decidí que estaba cansado de trabajar en el mundo spa-hotel y que quería empezar de nuevo en otra cosa. En mi antigua profesión mi currículum es impresionante, me he construido un nombre muy respetado y prácticamente puedo trabajar donde quiera; y cuando me planteé dejarlo todo atrás para partir de nuevo de cero sabía que la transición iba a ser larga y muy dura, y que en el caso de que tuviera éxito y alcanzara la otra orilla tendría que aceptar rebajar mi estátus profesional al mínimo otra vez y empezar desde lo más bajo. Vamos, sabía que el precio a pagar sería alto, pero en aquel momento sopesé los pros, contras, premios y riesgos, y cuando acepté el paquete lo acepté con todo.

En este tiempo de transición he pasado momentos duros. Tengo algunas cicatrices que me han quedado por accidentes laborales que he sufrido; el dolor de algunas lesiones que me he hecho trabajando ya sé que no se me va a quitar nunca más, pero lo peor han sido las humillaciones que me he tenido que tragar. Por poner dos ejemplos, varias veces he tenido que soportar que una jefa me recortara el sueldo a la mitad (rompiendo el acuerdo que habíamos hecho explícitamente) cuando le parecía a ella unilateralmente que debía ganar menos; pero quizá el caso más sangrante de todos los que he vivido fue cuando, hace unos meses y trabajando en una empresa pública española archiconocida y supergrande (edito unos años después ahora que ya no importa: se trata ni más ni menos que de Correos, para que vean cómo funciona el sistema público), fui a despedirme de mi jefe al final de mi último día de trabajo y el tipo me dijo que al día siguiente no se podía quedar mi puesto sin cubrir. Yo le dije: "pero mi contrato se me acaba hoy, y no me han dicho nada de que me vayan a renovar"... Y él, sin siquiera molestarse en levantar la vista de la pantalla del ordenador, me respondió con estas palabras: "tú mañana vas a trabajar por mis cojones".

Yo en aquel momento me quedé un momento en silencio, recordando lo que me había pasado 25 años atrás cuando aquel otro tipo me puso los currículums encima de la mesa. Durante un microsegundo pensé "después de media vida he vuelto a estar en el mismo sitio en que estaba", y automáticamente evalué las distintas posibilidades que tenía para reaccionar ante la situación. Pero había tragado ya mucho para volverme atrás, además yo cuando decidí empezar una nueva vida ya había aceptado el coste de mi decisión, y sobre todo yo jamás me rindo porque no sé rendirme; así que simplemente dije "ok", me di la vuelta y salí del despacho, y al día siguiente fui a trabajar gratis y me jugué el cuello con la moto de mi empresa esforzándome todo el día como un cabrón (sin seguro, sin la más mínima protección y sin ni siquiera saber si me llamarían para hacerme un nuevo contrato).

Si todo esto les parece malo es que no saben lo que es trabajar de cara al público; porque lo que he tenido que tragar de mis jefes no ha sido nada en comparación de las mierdas, remierdas y ultramegamierdas que me he tenido que comer (con una sonrisa) por culpa de mis clientes. El día que más me molestó creo que fue con un chico canadiense que me estuvo gritando por teléfono hasta quedarse afónico (se había equivocado de día, no apareció por el hotel cuando tenía que venir y me amenazaba para que le devolviéramos el dinero por la cara); cuando al final mi jefa me dijo "está bien, dile que le devolvemos el dinero" me dieron ganas de decirle que viniera a buscar la pasta personalmente para dársela yo y de paso darle de propina una lección sobre cómo tiene que comportarse un hombre de verdad. Pero mantuve la frialdad, le llamé para decirle que le devolvíamos el dinero, colgué el teléfono y seguí trabajando porque no podía permitirme renunciar a mi plan.

En fin, no vale la pena seguir con cosas desagradables y más o menos se hacen una idea (créanme, muy superficial) de a qué me refiero con estos ejemplos que les he mencionado. Por otra parte no les he dicho nada de lo que es estudiar y trabajar (con dos o a veces hasta tres trabajos a la vez), esforzándome además para ser un estudiante excelente y aprender el máximo; han sido muchas noches de poco sueño, muchas horas de quemarme las pestañas leyendo o programando con el cerebro tan agotado que ya casi ni podía mantenerme despierto, y muchas veces de decirme a mí mismo "sigue adelante, no te rindas".

Mañana empiezo en mi nuevo trabajo en una mundialmente famosa multinacional. Como ya les había contado allá por marzo estuve un mes con ellos pero me dijeron que no continuaba, y hace un par de días me volvieron a llamar para decirme que habían estado probando a otros profesionales pero que yo les parecía el mejor y querían que volviera para quedarme.

Esto es como cuando empiezas una relación con una novia y al cabo de un tiempo te dice que eres un buen hombre, pero que en realidad no te quiere y necesita conocer a otras personas porque cree que merece encontrar al verdadero amor de su vida (que no eres tú). Al cabo de dos meses te llama y te dice que ha estado saliendo con varios tipos pero que ha decidido que contigo está mejor: ¿ustedes qué pensarían? Vale, la chica te gusta y aceptas volver a salir con ella; pero está claro que ya una vez te mandó al carajo y tienes claro que te diga lo que te diga lo mismo te puede volver a pasar en cualquier momento.

Así que cuando hace un par de días me llamó mi exjefe me sorprendió mucho, pero acepté porque la chica me gusta (más que nada porque es mi primera novia, siguiendo con el símil); pero tengo claro que no me fío de nadie y que en cualquier momento me pueden dar la patada como me la dieron la primera vez. Esto no me cambia nada en cuanto a mi esfuerzo profesional, voy a darlo todo como siempre hago (porque no sé hacerlo de otra forma) y me aplicaré al máximo para ser el empleado que a mí mismo me gustaría tener; pero vamos, no sé lo que va a pasar y en el fondo tampoco me parece lo más importante. Si no es aquí será en otro sitio, quien no cambiará seré yo.

Ha sido un camino de transición muy duro, pero de momento ya tengo a la vista el lugar al que me dirijo y parece que lo peor queda atrás. Aunque mañana me vuelva a ver en la calle porque la chica me vuelva a abandonar sé que me estoy acercando a mi objetivo, y que todo el sacrificio que llevo encima servirá para algo. Pase lo que pase con cada situación concreta, con un jefe concreto, con un cliente concreto o con una empresa concreta, tengo un plan y no voy a rendirme. Ya mi vida como profesional de spa-hotel está remotamente lejos, he trabajado mucho y me quedan fuerzas más que suficientes para seguir esforzándome y tragando lo que haga falta por muchísimo tiempo más si llego a necesitarlo, y no tengo la más mínima duda de que triunfaré. De hecho ya he triunfado, simplemente con todos y cada uno de los pasos que llevo avanzados hasta el día de hoy. Mañana empiezo mi nueva vida siendo perfectamente consciente de que estoy en lo más bajo de lo más bajo, solo soy un estudiante con disciplina y nada más, pero el caso es que ya he alcanzado la frontera. Veremos a dónde lleva este camino.