Vienen a robarnos el trabajo


La noticia, aparte de hacerme soltar la lógica carcajada, me ha recordado cuando una vez le llegó a un colega inmigrante su nacionalidad y lo primero que dijo cuando tuvo el documento en la mano fue "ahora hay que acabar con estos cabrones inmigrantes, que vienen a robarnos el trabajo a los españoles".

Mi posición sobre la inmigración no se parece en nada a la de nadie que conozca, y hablar de ello probablemente me llenará mañana el buzón de mensajes indignados la mitad por mi fascismo y la otra mitad por mi falta de valores tradicionales. A mí me gustaría vivir en una sociedad global de verdad, sin fronteras ni ninguna limitación de movimiento de personas, bienes y capitales; le veo sentido a las fronteras por razones de seguridad, pero si una persona se va a otro sitio a ganarse la vida honradamente, no se mete con nadie y no causa problemas a nadie, yo le daría la bienvenida en mi casa con los brazos abiertos.

Pero hay dos aspectos que también entran en la ecuación e influyen decisivamente en todo esto: 1) desgraciadamente todas las sociedades no son iguales y no todas son homologables, y hay gente que se va al país del vecino y no piensa respetar las reglas básicas de convivencia de quienes les acogen; y 2) cuando uno emigra a otro país no es porque le guste mucho el paisaje o el clima, sino porque en ese lugar los que ya están allí han construido una sociedad más rica, más estable, más segura o lo que sea. Es decir, el que llega se va a aprovechar de algo que han levantado otros; y en mi opinión una cosa es que sea bien recibido y otra cosa es que le reciban gratis. ¿Quieres participar de lo que nosotros hemos conseguido, pisar nuestras aceras, ser protegido por nuestros policías y juzgado por nuestros jueces? Ok, pero eso no fue gratis para nosotros y si quieres disfrutar lo que tenemos te toca pagar tu parte.

Así que yo daría residencia permanente sin limitaciones y libertad absoluta de movimientos a todos los extranjeros en mi país, pero con tres condiciones: nada de conceder la nacionalidad a nadie (te dejamos vivir aquí toda la vida mientras no causes problemas, pero al primer delito que cometas te deportamos para siempre), nada de ayudas económicas públicas (si hay nacionales que privada y voluntariamente quieran ayudar a los demás pues estupendo, pero la caridad no puede ser obligatoria), y todos los inmigrantes por el hecho de llegar a un país y empezar a usar los servicios públicos de ese lugar tienen que pagar su parte de lo que hay (pagando los impuestos que les toquen, sin exenciones ni ningún otro tipo de privilegio que sí puedan tener los nacionales). Vamos, esto que estoy diciendo es lo que a mí mismo me parecería bien que me aplicaran si alguna vez tengo que emigrar: que en principio me dejen ir a donde quiera, y que mientras sea una persona honrada y respetuosa con quienes me han aceptado entre ellos (y con sus reglas, ojo) jamás tenga nada por lo que preocuparme. Por supuesto si un día me dedico al crimen, me convierto en un parásito social o les causo problemas a quienes me acogieron, me parecería perfectamente lógico que den una patada en el culo y ya no me acepten más en su casa.

Ayudar a otros, acogerlos y compartir con ellos lo que tienes no es su derecho, sino un privilegio que tú les das porque quieres y mientras quieras. Muchos de los problemas que vivimos actualmente en nuestras sociedades empiezan en que hay gente que lo olvida.