El fin de una era



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Hace ya años, pero creo que fue con Yeray con quien comenté una vez por qué en mi opinión la cultura japonesa ha muerto aunque los japoneses aún no lo sepan. Todo comenzó cuando, superada la resaca de la II Guerra Mundial y saliendo del protectorado de los EEUU, tuvieron que elegir para su sistema de pensiones entre el modelo liberal (cada uno va ahorrando privadamente durante toda la vida para pagarse su retiro sin depender de nadie) o el modelo socialista (el Estado recauda y luego reparte) que por ejemplo tenemos también en España. El día que eligieron el segundo firmaron el final de su civilización.

Si tú te ocupas de ti mismo y vas haciendo tu propio plan de pensiones (y públicamente solo pagas para que el Estado pueda apoyar a los pensionistas que tienen situaciones de necesidad, pero esto es marginal) te da igual que el país tenga muchos niños o pocos: tu dinero está en una cuenta del banco a tu nombre generando intereses y eso no te lo quita nadie. Si en lugar de eso tú ese dinero se lo das al Gran Hermano en forma de impuestos y el Gran Hermano te dice "no te preocupes que cuando te llegue la hora yo me ocuparé de ti", no te queda más remedio que pasar toda tu vida cruzando los dedos y esperando que se den dos factores: 1) que el Gran Hermano administre bien tu pasta y la ahorre como harías tú, y 2) que en un caso de imprevisto, alguna crisis fuerte o simplemente si el Estado no ahorra (no lo va a hacer) al menos tus pensiones, ya que no se pagan con tu dinero, puedan pagarse con el dinero de los que vengan detrás. ¿Y las suyas? Con los siguientes. ¿Y las de los siguientes? Bueno, mientras la bola siga rodando que siga, y si un día pasa algo y deja de rodar que se busquen la vida los pobres a los que les toque. Bienvenidos al mundo moderno.

Los japoneses eligieron el socialismo y el Estado empezó a recaudar un dinero que (teóricamente) iba para las pensiones. Pero vamos, no sé si alguien de verdad pensaba que unos tipos en un despacho pisando moqueta y viajando en coche oficial, y cuyo único horizonte es ganar las siguientes elecciones, tomarían decisiones prudentes y meterían ese dinero en la misma cuenta de ahorro en la que lo meteríamos usted y yo intentando ser responsables con nuestro futuro; por supuesto se fue a otras cosas, los ahorros desaparecieron y se encontraron con que empezaban a vivir al día (como hacemos en España por ejemplo) con los pensionistas siendo mantenidos directamente por los trabajadores.

Para pagar las pensiones no del futuro sino de hoy (y los otros gastos del Gran Hermano, a ver si se van a creer que ganar elecciones es gratis) esos trabajadores tienen que pagar más impuestos. Cuando disparas los impuestos pero aún así no es suficiente tienes que entramparte... Pero ojo, no pides prestado para ahorrar y empezar a asegurar las pensiones del futuro: ya has perdido esa opción, ahora no tienes más remedio que pedir para los gastos del día a día. Consecuencia lógica: ahora mismo, además de los impuestos que pagan sus ciudadanos, Japón ha batido todos los récords de deuda y sigue aumentando a toda velocidad.

(Nos vamos acercando a qué tiene que ver todo esto con el fin de la civilización japonesa).

Pero bueno, hay salida: simplemente con medidas que aumenten la natalid... Oh, wait. Resulta que en Japón ese es otro superproblemón: ya tenían un problema por encima con su sistema socialista de pensiones, y ahora encima tienen otro por abajo porque no nacen niños que sigan haciendo rodar la bola.

Pero ¿por qué no nacen niños? ¿A los japoneses no les gustan los niños? Bueno, si yo estuviera casado, tanto mi mujer como yo trabajáramos como locos de la mañana a la noche, el Estado nos quitara más de la mitad de lo que ganamos (con lo que no podríamos reducir jornadas o que uno de los dos se quedara en casa porque con lo que nos queda sobrevivimos y gracias), y encima supiéramos que las cosas no van a cambiar a mejor porque la deuda va a seguir creciendo así que si hay cambios impositivos será para más, desde luego me pensaría dos veces echarme otro saco de piedras a la espalda con todo lo que tengo ya. Esto pasa en Europa también: en los países pobres que siempre han sido pobres (o en los países ricos los inmigrantes de países pobres) sigue habiendo tasas de natalidad alta porque para ellos la pobreza es su estándar, y tener dos hijos o cuatro no les hace sentir que su calidad de vida individual ha bajado por debajo de lo que consideran tolerable; pero cuando has crecido en una sociedad próspera y tu tolerancia al sacrificio es mucho más baja, al ver que cada día las cosas son más difíciles lo primero que piensas es "ya sin hijos me cuesta llegar a fin de mes, como para encima cargarme más".

Un Leviatán insaciable pidiendo más comida por encima, menos vacas que ordeñar por abajo... ¿Qué hacemos? Pues no queda más remedio que hacer lo que han hecho en Occidente: recortar cada vez más las pensiones elevando la miseria en la tercera edad, e importar más vacas, o sea traer inmigrantes. Llegamos al quid de la cuestión: Japón, el único país que estaba quedando al margen de la globalización, con una permeabilidad social al extranjero espectacularmente baja por su hermetismo a los inmigrantes, ya ha empezado a rendirse a la evidencia y cada vez concede un mayor porcentaje de visados. Aún hay control y todavía la sociedad japonesa no está invadida, porque mientras la gente siga comprando su deuda (pásmense, todavía hay quien lo hace) pueden aguantar, pero no hace falta ser un experto en matemáticas para ver dónde acabará esto: tardará una generación o tres, pero dentro de X tiempo irás por las calles de Osaka y será como ir por las calles de Bruselas. O eso o las cárceles se reconvertirán en geriátricos y las pensiones públicas se reducirán a una comida caliente al día, que mientras los viejos voten no parece.

Si cada japonés que hoy está trabajando 70 horas a la semana para mantener a un jubilado dedicara el dinero que le quitan para eso a ahorrar para su propia pensión, dentro de unos años se podría jubilar sabiendo exactamente cuánto ha ingresado durante estos años, cuántos intereses le ha generado ese dinero y cuánto le corresponde al mes (como en cualquier plan de pensiones privado del banco de la esquina, vamos). La economía en sí podía ir mejor o peor, pero su pensión se la habría pagado él por adelantado a lo largo de toda su vida, y no haría falta que viniera ahora un filipino o un malayo a pagársela con impuestos nuevos y al menos por ese lado podrían permitirse el lujo de mantener su isla cultural. Lo que tienen hoy se resume en el titular que antes he compartido con ustedes, y no hace falta explicar por qué no va a mejorar. ¡Sosialihmo o muette! Los japoneses eligieron los dos.