Este es solo uno de los ejemplos que he visto de que en Japón, como consecuencia de que el colectivo es más importante que el individuo, los derechos personales se pueden pisar y no pasa nada. Da igual que seas nacional, extranjero o jirafa: incomunicarte en una celda durante días y ni siquiera dejarte avisar a quien tengas que avisar (imagínense a la familia desesperada buscando al desaparecido) es lo que uno espera de una dictadura y no hay más que decir.
También he leído alguna vez que, siendo un país muy seguro, está muy lejos de acercarse a lo que dicen las engañosas estadísticas: por una parte mucha gente no quiere denunciar porque hay cosas que si las dices te marcan socialmente, y por otra hay delitos que simplemente se consideran trapos sucios que se debe lavar en casa. En Japón hay democracia como la entendemos en Occidente lo mismo que en China hay libre mercado como lo entendemos en Occidente.