El plan

Los que han leído los post anteriores de esta serie saben que, hace unos años, emprendí un camino de transición para empezar una nueva vida. Saben que, como ya sabía cuando empecé todo esto, las cosas no serían fáciles: he tenido que tragarme muchas cosas (algunas las he contado, aunque no son nada en comparación con las que siempre me guardaré para mí), he tenido que hacer sacrificios duros, he tenido que esforzarme hasta niveles que jamás pensé que sería capaz de alcanzar -jamás pensé que yo diría esto-, y también es verdad que he sufrido muchísimo. Física y mentalmente, todo esto me ha supuesto un precio que voy a estar pagando durante mucho tiempo.

Ayer por la noche fui a hablar con mi jefe del centro educativo donde trabajo como profesor de Informática, y le dije que me iba. Le dije que estaría allí hasta que encontrara a otra persona y que yo le ayudaría al máximo en la transición para que los alumnos no notaran el cambio, pero que prefería tener este tiempo para centrarme en mis otros proyectos. Me fastidia admitir que el día solo tiene 24 horas y que es imposible hacerlo todo, pero no me queda más remedio que aceptar que soy humano y que no puedo tener dos empleos y varios proyectos extremadamente complejos y que requieren dedicación constante y hacerlo todo bien; mi nivel de actividad mental es tan alto que desde hace semanas no hay noche que duerma más de una hora seguida sin desvelarme pensando en cómo resolver alguno de los problemas que tengo pendientes, como estoy tan cansado voy a todas partes arrastrándome y mi rendimiento mental ni se acerca a lo que puedo dar, y aunque aún no he empezado a hacer chapuzas tarde o temprano ocurrirá. Total, que el anoche viernes después de mi clase fui a hablar con el director y le dije que me iba porque tenía que priorizar y elegía optar por mis otras actividades.

Me llevé una sorpresa cuando el tipo me dijo por qué no podía aceptar mi dimisión sin más. Resulta que solo un par de días antes mis alumnos en bloque se habían presentado en su despacho para hablar con él (de otros asuntos), y entre los temas que trataron, le dijeron espontánea y explícitamente que estaban muy contentos con mis clases. Un rato antes también la secretaria me había comentado que dos chicos que habían dejado el curso le dijeron que entre las mejores cosas que habían encontrado allí era lo que les daba yo (cosa que me alegró, claro, pero ya tenía claro que me iba así que no dije nada) pero cuando después el director me añadió este suceso me dejó bastante estupefacto. Él me dijo que no me quería dejar ir y que le diera unos días para ver cómo podía reorganizar las cosas para ponerme condiciones más favorables, yo le respondí que no tenía sentido trastocar todo el sistema por beneficiarme a mí y que mi solución era la óptima, él insistió, yo insistí, y después de un rato de tira-y-afloja al final quedamos en que de momento me quedo hasta ver si hay una solución viable para todos.

Todo eso es genial (aunque me cambia a mí los planes que ya tenía asumidos, vamos a ver qué pasa), pero no es de lo que les quería hablar hoy. Los que han seguido esta serie desde el principio ya saben que estos tres años han sido duros de cojones, pero anoche me di cuenta de que ya he alcanzado definitivamente el éxito: no digo que ya no tenga nada más por hacer, pero ahora sí puedo decir que por fin veo muestras claras de que la fase de transición se ha completado y ya tengo definitivamente en marcha una nueva carrera profesional.

Mi primer trabajo como informático es para una multinacional con renombre mundial, en la que ya tengo un año de experiencia (y aún no he terminado oficialmente los estudios, se supone que a finales de junio se cumplen los plazos formales). Además, al menos de momento, tengo un puesto muy bueno haciendo una cosa que me gusta mucho -enseñar- en un sitio súper agradable y con una proyección de futuro tremenda; jamás en toda mi vida he trabajado en un lugar donde me hayan tratado tan bien como en estas dos empresas y el ambiente en ambas es absolutamente fantástico. Los proyectos que tengo en la lista de pendientes son todos interesantísimos y les tengo muchas ganas, y quitando la conjunción de factores extra que me han coincidido y temporalmente me tienen tan machacado en general mi vida ha dado un salto para mucho mejor. Pero además lo más importante es que anoche fui plenamente consciente de que, si por lo que fuera me pasara algo y perdiera mis dos empleos, tarde o temprano encontraría otros igual de buenos o saldría adelante sin grandes problemas porque he conseguido una cualificación en mi área profesional que ciertamente es un punto valioso. Por fin, tras este viaje tan largo, estoy pisando tierra firme con los dos pies y ahora puedo empezar a pensar en empezar a explorar la selva.

El esfuerzo no garantiza nada, pero rendirse garantiza el fracaso. Cuando uno quiere algo de verdad lucha por ello dando lo que tiene, sea mucho o sea poco; acepta el precio que haya que pagar, asume la responsabilidad de las consecuencias de su decisión y el riesgo de no conseguir su objetivo, pero una vez se ha preparado mentalmente se cuelga el hatillo al hombro y empieza a andar sin mirar atrás. ¿Se acuerdan de cuando aquel jefe me dijo "hoy vas a trabajar por mis cojones"? ¿De cuando mi jefa me faltaba al respeto, me recortaba el sueldo cuando le daba la gana, y yo me lo tenía que tragar porque no tenía entonces otras opciones de empleos compatibles con mis clases? ¿Se acuerdan de las humillaciones que me tragué de aquellos clientes hijos de puta con una sonrisa porque mi plan dependía de tragar con lo que fuera? ¿Se acuerdan de toda esa mierda? Yo no.