Antes de entrenar

(Foto de Luke Chesser en Unsplash)

En estos días un amigo (en avanzado estado de putrefacción) me contó que quiere empezar a hacer ejercicio y está perdido, y me pidió ayuda para empezar y hacer las cosas bien. Antes que nada le hice las preguntas que les voy a enseñar a continuación, y cuyas respuestas fueron las que nos sirvieron de guía para entre los dos elegir lo que más le conviene; si un día ustedes se deciden a hacer algo creo que les vendría bien ponerse a responderlas para tener en cuenta lo que cada uno realmente quiere en el momento de tomar decisiones que no sean a lo loco o por modas sino compatibles con su propia situación... Aquí las tienen:


OBJETIVOS

¿Por qué te surge el impulso de hacerlo (razones concretas), y por qué ahora?

¿Para qué? ¿Cuál es tu meta genérica?

¿Cuáles son tus prioridades? (Elige 1 o máximo 2, o añade otras: adelgazar, estar fuerte, tener máximas capacidades, frenar el envejecimiento, aumentar tu atractivo, ganar disciplina y/o orden, subir tu autoestima o hacer un trabajo de superación mental, etc)


PLAZOS

¿Cuánto quieres mantenerte haciendo deporte? ¿Lo vas a dejar o es para siempre hasta que te mueras con 100 años?

¿Cuándo quieres empezar a ver resultados?


MEDIOS

¿Cuánto sacrificio estás dispuesto a hacer? (Sostenido en el tiempo: piensa lo que vas a contestar cuando tengas 60 años)

¿Cuántas horas quieres invertir? (Sostenidas en el tiempo)

¿Dónde, cómo y cuándo quieres entrenar?

¿Qué espacio y equipo tienes o puedes tener? Si no lo sabes y quisieras invertir algo ¿qué presupuesto para gastar te parecería una cifra razonable?


TIPO

¿Qué tipo de entrenamiento vas a ser capaz de mantener en el tiempo sin dejarlo? (Piensa en los 60-70)

¿Prefieres rutina o variedad?

¿Vas a entrenar solo?


Como añadido a esto, y para que lo tengan en cuenta cuando vayan a elegir algo que quieran que dure para siempre, les cuento una anécdota profesional. Una vez tuve a una cliente que me contó que llevaba una vida sedentaria desde hacía un año; por lo visto hasta entonces ella iba muy regularmente a bailar (me dijo "me encantaba ponerme los taconazos y salir"), pero el médico le dijo que eso era malísimo para sus problemas de espalda y que se acabaría poniendo peor de su lumbago cuasicrónico, y que debía hacer natación. Así que dejó lo que le gustaba y nunca llegó a hacer lo otro, con lo cual había acabado pasando su tiempo libre en el sofá viendo la tele. Saquen sus propias conclusiones.