Rompiendo los límites... Y más cosas

Survivor: Eye of the tiger

Estoy escribiendo estas palabras con mucha dificultad: tengo los dos brazos vendados desde los codos hasta los dedos, y apenas puedo mover las muñecas por la hinchazón y los hematomas. Llevo varias horas aplicándome hielo y gracias a eso puedo al menos poner los dedos sobre las teclas (antes no podía poner las palmas hacia abajo) pero el dolor es MUY intenso.

El otro día les hablé del krav maga: llevo una semana y les puedo decir que esto realmente es una barbaridad. No había sufrido tanto castigo físico en mi vida, entre la paliza de ejercicio (y yo que pensaba que estaba en forma) y los golpes me están machacando de verdad. Lo que tengo ahora es la consecuencia de haberme pasado en la clase de hoy más de media hora recibiendo golpes en los brazos y las manos sin parar, imagínense.

Después de leer todo lo anterior les sorprenderá lo que les voy a decir: el krav maga me encanta y la idea de meterme en esto ha sido la mejor que he tenido en mucho tiempo. No me divertía tanto desde que era un niño, y curiosamente hoy le contaba al profesor que lo mejor de todo es la sensación de superación personal: sé que lo que ahora me es imposible dentro de unos meses se convertirá en un objetivo conseguido, y que las nuevas metas que me ponga entonces tarde o temprano las alcanzaré. Y miren, cuando yo comenté esto otro de los alumnos asintió diciendo "sí, es verdad".

Hablando hace un rato con mi tía de todo esto (me vio los brazos y se llevó las manos a la cara, se pueden imaginar) le decía además que otra de las cosas extraordinariamente positivas de algo así es el efecto antiestrés: yo no tengo ese problema, pero aún así después de cada sesión salgo mucho más relajado incluso que cuando me voy a pasar el día a un spa. Si te vas a caminar, a hacer bici o a realizar cualquier otra actividad, por mucho que te guste a tu mente aún le queda un margen para pensar en lo que está pasando en tu vida: pero aquí entras al gimnasio y lo que quiera que sea que esté ahí fuera se queda fuera. Esto exige concentración absoluta, y como te descuides un microsegundo te puede pasar como a mí hoy (dos veces: la primera me llevé un puñetazo en la boca que me hizo probar mi propia sangre, y la segunda una patadita en los genitales que me tuvo un ratito botando hasta que me recuperé) y el castigo te pone en tu sitio por la cuenta que te trae.

Ya realizar cualquier actividad física es bueno mentalmente: liberas endorfinas y esas cosas. Cuando además estás en una actividad que exige tanta precisión y concentración tienes un plus de beneficio para la mente... Pero es que aquí estamos añadiendo otros dos elementos, que son el castigo físico y la sensación de peligro. Y créanme: yo esto no lo sabía, pero tener que sacar toda la adrenalina porque te estás jugando tu integridad personal sí que acaba de expulsar radicalmente de la mente cualquier vestigio de problemas, preocupaciones o cualquier cosa que no sea lo que estás haciendo.

Junten todo: esfuerzo físico brutal, requerimiento de concentración, dolor y adrenalina, y díganme si esto no tiene que funcionar para sentirse bien. Vale, el cuerpo ahora mismo lo tengo bastante destrozado; pero mentalmente, en este momento con las manos hechas polvo tratando de teclear como puedo y parando a cada momento por los latigazos que me dan las muñecas, me siento el hombre más FELIZ del mundo. Sólo lamento no haber conocido esto cuando estaba en algunos momentos especialmente malos de mi vida: creo que hubiera sido milagroso...

Si no se ven ustedes lo suficientemente masoquistas capaces de hacer algo así busquen algo a su nivel: pero si estoy pasando este rato de dolores ahora mismo es para recomendarles que lo intenten. Miren en qué estado estoy y aún así lo que les digo: ¡imagínense lo bueno que debe ser esto!