La princesa busca marido


Link para ver el vídeo

Tengo que comenzar por contarles, para que sitúen directamente mi punto de vista y por tanto pongan lo que les digo en cuarentena, que yo tengo una visión de la pareja bastante diferente de la de todas las personas que conozco; y en cuanto a este aspecto concreto mucho más aún. Si a eso le añadimos que mi plan para el futuro es vivir solo el resto de mi vida, creo que con esto ya se pueden imaginar hasta qué punto pueden hacer caso de lo que les voy a decir.

Una de las "líneas rojas" que para mí en una relación significa que la pareja ha terminado instantáneamente (y no se puede volver atrás) es que la otra persona te haga sufrir conscientemente y sin necesidad. Cuando digo "sufrir" me refiero a que haga cualquier cosa que implique algo siquiera mínimamente negativo para ti, simplemente por darse importancia y ver cómo "le vas detrás", o para ponerte a prueba, o para no parecer no-se-qué si se muestra demasiado abierta. No importa que sea un detalle mínimo o una falta grave: no es cuestión de cantidad sino de calidad, para mí una persona que es capaz de hacerte esto para una cosa pequeña lo que te está diciendo es que en un determinado momento podría hacértelo para algo más grande.

Un ejemplo que me ha pasado con TODAS las mujeres con las que he salido en mi vida, y que seguro que todos los hombres que estén leyendo esto van a comprender perfectamente: "a fulanito le gusto". Jamás he salido con una mujer (y ya algo de experiencia voy teniendo) que, de una manera o de otra, no me haya hecho el tipo de comentario de "mi compañero de trabajo me ha invitado a tomar un café", "mi profesor de yoga me dijo hoy blablablá", "el dependiente de la tienda en cuanto me vio dejó a la señora que estaba esperando blablablá", etc. A mí, y me consta por lo que he hablado con bastantes hombres que en general la mayoría pensamos lo mismo, jamás ni se me pasaría por la cabeza decirle a mi mujer "mi jefa me ha dicho hoy que últimamente me ve muy atractivo"; es un comentario que no sirve para nada bueno, y hay que ser muy idiota para no darse cuenta de que a lo mejor podría no gustarle al otro. Y eso que yo jamás he sido celoso en absoluto, pero esa no es la cuestión: si mi pareja hace algo que sabe que no trae nada bueno y sí existe la posibilidad -aunque luego no sea así- que traiga algo malo, aunque fuera mínimamente, automáticamente lo que yo pienso es "esta no es la mujer que yo quiero para mí" y ya solo será cuestión de elegir el momento y la forma de quitármela de encima.

Y eso que yo sé perfectamente que las mujeres no hacen esto por maldad. Lo voy a aclarar porque los hombres suelen no darse cuenta de esto, por si alguno está leyendo esto e ignora la razón: cada persona necesita un autorreconocimiento de sí mismo para darse un valor personal. A los hombres se nos educa (normalmente) para obtener ese valor comparándonos con los demás, es decir compitiendo; por supuesto es un proceso muy lento, un goteo de situaciones y de mensajes subliminales que le van cayendo a uno desde que es niño y tiene que relacionarse con su familia o con su grupo de amigos, y que da como resultado que cuando el hombre es adulto él tiene una imagen de sí mismo basada en lo que hace, en lo que ha conseguido, en lo que tiene, normalmente comparándose con lo que hacen, han conseguido o tienen los demás (no solo los otros hombres, sino también "los demás" en su entorno familiar; por ejemplo si tu mujer gana más que tú o ella tiene una carrera y tú no).

Las mujeres han recibido una educación distinta. Su goteo no ha sido orientado a compararse tanto con los (y las) que le rodean, sino que ha ido más a que aprendan a que el valor que ellas tienen de sí mismas viene por "lo que piensan los demás de mí". También ha sido un trabajo constante, subliminal y muchas veces casi imperceptible; pero día a día, situación a situación, comentario a comentario, de sus madres cuando eran niñas, de sus amigas, etc, da como resultado que la mujer adulta es más dependiente del efecto que causa en los que le rodean porque ellos son los espejos en los que se mira. No es ningún misterio, por eso desde que el mundo es mundo los hombres tratan de ligárselas entre otras cosas diciéndoles piropos.

Por supuesto esto no son matemáticas, hay tantas situaciones y excepciones a la regla como personas hay en el planeta; pero vamos, las cosas van por ahí. Cuando una mujer te dice "estábamos los de la oficina tomando el café de la mañana y el camarero me ha dicho que a mí hoy no me cobraba porque le había alegrado el día; qué tonto, ¿verdad?" lo que te está diciendo, a ti y a sí misma, es "mira lo que valgo". Yo entiendo que tenga sus necesidades, esto no me molesta porque ya tengo asumido que no es culpa suya (y sé que no significa nada más que reafirmarse, no es que pretenda nada más); pero la cuestión no es esa, la cuestión es que ha hecho una cosa (llamémosla X) pasando por encima de lo que yo pueda sentir al respecto. Ok, en este caso a mí me da igual; pero ¿y si no fuera así? Ella no ha pensado en mí, y en mi opinión me ha faltado al respeto porque su acción implica "lo que tú sientas es menos importante que yo mirarme a mi espejo mental y verme guapa". Da igual lo que la ame, da igual lo que vaya a sufrir por mi decisión, da igual lo que se pierda: para mí es una cuestión de principios, no puedo estar con una persona que no me respeta -a cualquier nivel-. Además de un tiempo a esta parte he llegado a la conclusión de que no acepto de nadie nada que yo no le haría a él, así que con más razón.

El ejemplo del cuento es otro que se suele ver mucho, y también por hombres (que también tenemos nuestras formas de meter la pata, por supuesto): "a ver cuánto es capaz de sufrir por mí". Estamos en lo mismo, pasar por encima de lo que el otro pueda sentir por obtener un -supuesto- beneficio egoísta. Desde las mujeres que no quieren parecer "demasiado fáciles" hasta los hombres que hacen el comentario de "ahora que nos hemos echado el polvo no te vuelvo a llamar hasta que me vuelva a apetecer", hay ejemplos de todos los colores que se basan en lo mismo, que para mí son faltas evidentes de consideración y respeto y que -en mi caso concreto, repito- son motivo de eliminación instantánea. Si para tener un instante de sentirte valioso no te importa arriesgarte a producirme una sensación negativa, ¿cómo sé yo que cuando se produzca una situación realmente importante o grave no me volverás a poner como prioridad secundaria ante cualquier mínimo beneficio egoísta? No, gracias.

Si yo viviera en el reino del cuento y estuviera absolutamente enamorado de la princesa, no es solo que no aguantaría 364 noches: es que solo con saber que ella ha sido capaz de aceptar que su potencial pareja sufra o trabaje sin que haya necesidad inevitable de ello ya diría "este no es el tipo de persona que yo quiero para mí" y ni siquiera llegaría a acercarme a las murallas del castillo. Probablemente me dolería mucho aceptar que mis principios me obligan a renunciar a la mujer a la que amo, pero... Ahora que lo pienso, si todos los hombres solteros de la zona están pegados al castillo real ¡eso quiere decir que en ese momento me han quitado a la competencia y hay un montón de mujeres solas y sin pretendientes! "Un clavo saca a otro clavo", dicen...

(El cuento lo he visto en ¿Qué dices que sabes?)

2 comentarios:

  1. Es buenísimo, gracias. Te lo cogí prestado, lástima no poder incluir tu conclusión pues es lo mejor de todo :P

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Claro, sin problemas... Por cierto que lo de la conclusión no es que lo haya inventado sobre la marcha; es que me he visto en alguna situación así y ¡la he aprovechado muy bien! MUHAHAHAHA

      Eliminar

Por favor, sé considerado y respetuoso con los demás. Los comentarios molestos, ofensivos, mal escritos o EN MAYÚSCULAS, así como los de spammers o publicitarios, no serán publicados.