Sobre la primera parte no tengo nada que decir, es un hecho que tampoco se puede cambiar: los alemanes, por ejemplo, por su mentalidad prefieren pagar más por las cosas bien hechas y por eso sus productos tienen ese valor añadido en todo el mundo, y los americanos valoran sobre todo la comodidad y el servicio; no es casualidad que el diseño italiano sea famoso en todo el mundo (ellos dan una importancia enorme a la imagen, empezando por la personal)... Y en cuando a España, en general nuestros productos intentan competir por precios, lo que en cuanto a turismo -donde trabajo yo- nos pone automáticamente a jugar en la misma liga que los países de por ejemplo el norte de África. A Suiza, por poner un caso, no le robamos ningún cliente o al menos ninguno de los que a ellos les interesan.
Yo antes pensaba como mis amigos sobre las propinas, pero he tenido la suerte en mi vida de trabajar durante más de 10 años en dos cadenas hoteleras (alemanas) que son con muchísima diferencia la excepción en el sector: en una de ellas, por ejemplo, pagan a sus empleados más o menos el doble que en casi todas las compañías (españolas) con hoteles en la zona, por supuesto la exigencia de calidad es infinitamente más alta y sus precios son también muchísimo más caros. Por cierto, una de esas dos cadenas ha sido elegida la segunda mejor del mundo y otra la sexta... Y claro, ni hace falta que les diga que el nivel de los clientes es de otro planeta que los que van a los hoteles de al lado.
Y claro, con esta experiencia aprendí una cosa en la que no había caído antes y que me hizo cambiar totalmente de opinión: a valorar la calidad por encima del precio. Para muchas cosas no te puedes permitir tener lo mejor, evidentemente; pero siempre que voy a consumir un producto y puedo permitírmelo me he dado cuenta de que al menos a mí me compensa invertir un extra por disfrutar al máximo. Y ahí entramos en el tema del que les quiero hablar hoy: las propinas.
No me va a hacer falta más que ponerles dos ejemplos reales, de dos antiguos clientes (nombres cambiados) que tuve en un sitio en el que trabajé una vez (no cuando con las dos cadenas alemanas, por cierto). Vamos allá:
Ejemplo 1: el señor Pérez. Cliente relativamente habitual, empresario en temas relacionados con el metal; siendo español y por cómo se le veía, desde el principio ya supe que la posibilidad de que diera propinas como mucho sería de un 5%. El primer día vino, dijo que quería un masaje muscular de cuerpo completo y 50 minutos. Le tomé la cita para cuando le venía bien, vino, se dio los 50 minutos y le hice un tratamiento lo mejor posible, al tipo le encantó y a partir de ahí de vez en cuando cuando tenía un hueco en su agenda venía a que yo (quería siempre conmigo, esto suele pasar con todos los terapeutas) le diera su supermasaje; aparte me recomendó a bastantes otras personas que posteriormente fueron mis clientes. Todos contentos: si ustedes fueran el señor Pérez ¿no estarían muy satisfechos?
Ejemplo 2: la señora Radchenko. Rusa, vivía en Suiza, empresaria en temas de hostelería -ojo, este detalle cuenta: esta mujer "sabe"-; venía solo con un bañador, un pareo y unas gafas de sol y sin zapatos, pero (experiencia) en cuanto le puse la vista encima, vi cómo se movía y escuché cómo hablaba, supe que era de la clase más alta y que sería muy generosa con las propinas. El primer día me dijo que estaba cansada y estresada y que quería un masaje que le ayudara a sentirse bien: le recomendé una combinación de tratamientos que sabía que sería lo mejor para su caso y le hice su cita.
En este caso me dejé un rato libre antes de comenzar su tratamiento para asegurarme de tener tiempo de retocar cualquier detalle de decoración que se me hubiera pasado antes por alto; elegí una habitación más apartada para garantizar que ningún ruido la molestara y la bloqueé para que ningún compañero la usara y estar seguro de que estuviera libre para ella, uno de los productos que utilicé era mío (mejor y mucho más caro que el estándar que había en mi empresa), y aunque el total de los tratamientos duraba 90 minutos yo, aprovechando que me quedaba un hueco para otras cosas después, usé ese tiempo extra para darle 15 minutos más y las otras tareas que tenía que hacer las dejé para después de mi horario laboral. De lo que me esforcé en lo que fueron los tratamientos en sí no hace falta ni que les hable. Al final: 50 euros de propina cada día, y desde entonces cuando venía de vacaciones (normalmente 2 semanas) siempre venía a mí día sí día no durante toda su estancia. El último tratamiento siempre acababa con 200 euros extra.
Entre otras cosas, en el segundo día de tratamientos esta cliente me comentó que le gustaban muchísimo las rosas pero que no se le daban bien en su jardín; después de eso en mi primer día libre me fui por la ciudad a buscarle una esencia de rosas para mezclar con una de las cremas (detalle que notó instantáneamente, claro) y por ejemplo al final de sus vacaciones le di una tarjeta con mi email personal para que, aunque viniera en temporadas de mucho trabajo, como yo sabía lo que quería y sus horarios preferidos pudiera escribirme con antelación y yo le organizaría la mejor agenda para su serie de tratamientos garantizándole que tendría las horas que le gustaban. No solo fue una cliente fiel sino que las referencias que dio de mí a otras personas de su nivel también me dieron grandes beneficios en el futuro.
Ahora respondo a la pregunta del título: ¿propinas sí o no? Esto es igual que quien compra un coche, y dice "quiero un vehículo que me lleve a los sitios y que haga lo que tiene que hacer sin fallar"; para eso con el más barato del mercado tienen. ¿Quieren algo más? Pues según sea lo que quieren tendrán que pagarlo, porque en la vida nada es gratis. Si ustedes son como el señor Pérez, pagan para tener un buen producto y no valoran nada más, no tiene sentido que den propina para tener ese extra; de hecho probablemente si son ese tipo de personas ni siquiera sospecharán que ese extra pueda existir. Yo desde que trabajo en el sector del "lujo" he descubierto un mundo que hasta entonces me era invisible y, como en todo, cuanto más conoces una cosa más aprecias detalles que pasan desapercibidos al profano; si alguien no ha salido de McDonalds no solo no se puede esperar que cuando vaya a un buen restaurante valore que le reserven la mejor mesa (y esté dispuesto a pagar por ello), sino que ni siquiera tendrá ni idea de que hay unas mesas mejores que otras. Pero si está satisfecho así, que le aproveche la cena...
Coincido con tu hábito, Mandelrot
ResponderEliminarPor una parte, es una cuestión de reciprocidad moral. Tú me tratas muy bien (más de lo que nadie exige formalmente) y yo correspondo.
Y por otra parte, el que da la propina la da porque se sitúa en el lugar del otro (yo por lo menos lo hago y es lo que más me tira) y sabe que el trabajo en el sector servicios es de lo más duro que hay... y probablemente no esté bien pagado con su sueldo oficial.
Por darle una vuelta de tuerca más...
ResponderEliminarEn realidad, escenificado así, la puesta en escena y el esmero, no ha sido el mismo en los dos casos, al Sr. Pérez, a pesar de Marca o le hubieras hablado de fútbol aunque hubiese sido utillero del Real Madrid. Con esto quiero decir que el ejemplo de por sí no me aclara la diferencia entre los dos tipos de cliente. No discrepo en el fondo, pero sí en la forma. El problema es más acusado cuando pones el mismo énfasis, y hay quien lo valora y quien no, pero no si no se hace. Además de que por mi propia experiencia, aunque estén relacionadas, no tienen una relación directa el status y el valor con el que acogen cierta excelencia en el trato. Mucha gente de altísima clase social o económica ha interiorizado una serie de privilegios a los que creen tener derecho pero que no corresponden con lo que se paga por ellos y no dan el valor merecido a la labor o el esmero que hay detrás. Al igual que hay gente que no entiende que hay mesas mejores que otras, también hay gente que no sabe porqué han recibido una mesa mejor, sino que se creen en el derecho divino de obtenerla y lejos de recompensarte por ello, son tremendamente agresivos cuando no la tienen por el motivo que sea. Para bloquear una habitación determinada, como es mi caso, a veces hay que hacer malabarismos con la asignación e incluso llegar a disfrazar o falsear la ocupación para cumplir con ese bloqueo, por el mero hecho de querer que alguien disfrute plenamente de tu trabajo, y eso a veces es asumido como algo normal con conceptos del tipo "he pedido esta habitación porque es la que quiero y es normal que la tenga". Sin embargo cuando ni siquiera todas esas argucias son insuficientes, ese mismo cliente que ha disfrutado de su habitación y su vista 4 veces porque has estado horas delante del planning fuera de tu horario para conseguirlo, y esa vez no puede ser, se desatan todas las tempestades del hemisferio norte en el mostrador de la Recepción. Y eso que puede que ninguna de las 4 veces anteriores te haya dejado más que 5€ de propina. Sin embargo, la mayor propina que me han dejado personalmente en el Hotel, me la dejó un matrimonio ( de apellido Álvarez) porque les conseguí una habitación en una época muy difícil de ocupación en la que estaban cerrados todos los cupos y con un paro de ventas en activo. Y pagaron el precio normal, sin descuentos, sin atenciones, sin "quiero tener albornoces a la llegada", sin ponérselos aunque no los pida, y era una habitación sin más, al mismo precio que la hubiese pagado cualquier mindundi que hubiera entrado por la puerta.
Yo tengo debates cada vez que salgo a cenar o compro algo cuando voy con mi novia por ese tema. Ella insiste en que el precio ya está puesto en la carta, y que en el mismo está incluído el servicio. Yo, por contra, quizás por saber cómo es este mundo, valoro más el servicio que el producto. Me es más natural dejar propina en un sitio donde me he comido un plato de papas con chorizo y huevo pero servidos con una atención y un mimo excepcionales, que por estar en un restaurante de postín, donde tengo a un camarero que no me ha dado las buenas noches, que no contesta a las gracias (algo que me irrita profundamente), sólo porque he comido caviar blanco.
He estado en sitios de todo tipo, incluído McDonalds, pero incluso en McDonalds, hay una gran diferencia en la categoría del trato que te dispensan, y que es por tanto recompensable de la misma manera que es justo no recompensar a los malos camareros de un super restaurante.
Hay gente que sabe valorar lo que haces, y cómo lo haces, y gente que no. Independientemente de su nacionalidad, de su posición social.. etc. De igual modo ocurre a la inversa, hay gente con la que apenas has tratado y deja propina, y otra que es de lo más exigente y no te deja nada, o un simple "Gracias", que aunque tenga un valor innegable, no es el tema que nos ocupa.
Es simplemente una opinión, posible o probablemente equivocada, pero basada en mi experiencia.
Pido disculpas si incomodo a alguien.
Totalmente de acuerdo con los dos. aD, una matización: de las tres propinas más altas que he recibido, una era de un español (dueño de un restaurante bastante famoso en todo el país, por cierto); pero no me hables de anécdotas concretas... En general ¿dan las mismas propinas los clientes de distintos países? Tú sabes la respuesta igual que yo.
ResponderEliminarPitufo, aD es una prueba de lo que dices sobre lo duro que es el trabajo de cara al público en general pero especialmente de cara a "clientes". En un mundo ideal todo el mundo tendría dos dedos de frente y un mínimo de educación, pero en la práctica tienes de todo...
Y un último detalle: es totalmente cierto que el dinero no lo es todo. Yo he hecho extras (a veces caros: productos premium y demás, u ofrecerles mejoras fuera de carta como regalo personal), y también algunas veces he rechazado clientes perdiendo a veces MUCHÍSIMO dinero. Sobre esto último tengo una anécdota: una vez, a uno privado muy rico y que hubiera sido el mejor de mi cartera por ingresos, después de verle hacer un gesto de desprecio y mala educación a una de sus trabajadoras -él era árabe y en su país parece que no consideran muy bien a las mujeres- le dije que no iría más a tratarle. El tipo me ofreció un aumento en mi ya carísimo precio, y también pagarme por adelantado mes a mes (a masaje diario), pero le dije que "afortunadamente puedo permitirme elegir a mis clientes". Cada vez que me acuerdo de esto sonrío de placer...
Anotación: No sé porqué en mi comentario anterior no se ha mostrado correctamente la primera parte, creo que el touchpad del portátil puede habérmela jugado una vez más´.
ResponderEliminarReescribo: " El Sr. Pérez, a pesar de que seguramente haya recibido un super masaje y que tu profesionalidad no se debate en absoluto porque la conozco sobradamente, no le habrías traído el MARCA o hablado de fútbol aunque hubiese sido el utillero del Real Madrid, no le has reservado una habitación apartada, ni dedicado tiempo extra, ni dejado para luego otras cosas que tenías que hacer, has hecho tu trabajo, muy bien sin duda, pero para mí comparando ambos escenarios, se me antoja lógica la diferencia en la retribución".
Claro, yo me maté para que el tipo saliera contentísimo como es normal (como haces tú también en tu trabajo, te he visto dando el 200% a gentuza que no merecería más que una patada en el culo). Pero ni él apreciaría los detalles de mi otra cliente igual que yo no distingo a Velázquez de El Greco, ni -por poner un ejemplo- yo voy a sacarme dinero de mi bolsillo para darle el masaje con una crema mejor de lo que compra mi empresa... El precio que pagas por un servicio incluye el derecho a que te den lo que has pedido en las mejores condiciones posibles; ¿quieres algo "por encima de lo posible"? ¿Algo que el profesional no tiene por qué hacer pero que lo hace adelantándose incluso a tus pensamientos o deseos? Pues solo tienes dos maneras de conseguir destacar por encima de los clientes normales: o pagas lo que vale ese extra o le caes mejor que los demás para que lo haga gratis.
ResponderEliminarPor cierto, acabo de acordarme de otra anécdota graciosa: una vez (en Palm Beach) estaba hablando con mi jefa -en alemán- sobre un cliente, un actor famoso en Alemania que venía a nuestro spa (para nuestros lectores: "famoso" en alemán se puede decir "bekannt", que era la palabra que usábamos mi jefa y yo). Una compañera que hablaba alemán medio-medio se me acerca y me dice: "¿qué significa que es un cliente bekannt?". Yo respondí directamente: "que no deja propina". Mi jefa se echó a reír porque estaba clarísimo que al final es verdad...
Yo llevo muchos años trabajando siempre en Hosteleria, y no siempre he podido "disfrutar" del trato directo con el cliente porque soy cocinera y, salvo que alguien haya pedido verme, no suelo salir a hablar con el cliente porque no me gusta salir al salon y hacerlo en traje de faena, que quieras o no se impregna del olor de humos y aceites.
ResponderEliminarA lo que iba. No sé quien es el cliente, no veo su cara, no tengo forma de saber si dejará propina o no... solamente me llega una comanda de la mesa. Por eso hago mi trabajo para todo el mundo igual... y normalmente repiten.
Ahora como sabe quiero encauzarme hacia otra profesion. Por eso tomaré sus ejemplos como consejos, que nunca me vinieron mal. Al igual que el que me dió hace dos dias... "practica y procura aprender todo lo que puedas"... porque es lo que llevo haciendo desde hace un tiempo.
El caso es que por practicar he estado ofreciendo mis masajes sin cobrar a cambio mas que la voluntad, para cubrir gastos del posible material... sabanas, aceites, cremas... alguno de ellos, pocos, comprado especialmente... y a veces, me he sentido tan bien al terminar que ni siquiera la he insinuado.
Esta claro que puede que si fuese un trabajo oficial mi actitud fuera deistinta. No lo sé. Pero por ahora lo que hago me hace feliz y considero que ya es suficiente propina porque me permite dar todo y lo mejor de mi, aunque puede que el hecho de no tener que pagar por ello haga que, aquellos que se dejan en mis manos, mantengan una actitud bastante mas relajada y generosa para conmigo.
Espero no cambiar con el tiempo.
Besos mi señor Mandelrot y gracias.
Has abierto otra variante del tema que también es muy interesante: no es ya "el producto vale esto, y además añado un extra por una atención especial" sino que cobrar la voluntad significa "tú decides cuánto vale mi trabajo". Muchos de mis compañeros empezaron así (y he de decir que les fue muy bien), pero debe ser mi mal carácter el que hizo que para mí fuera imposible...
ResponderEliminarYo trabajé gratis muchas veces, cuando cobré -decidiendo yo mi precio- hice ofertas del tipo "el segundo masaje es gratis" (nunca hice descuentos en dinero, mi fórmula fue "pagas lo mismo y te doy más"), y cuando doy masaje a los amigos -me refiero a como masajista privado, fuera del lugar donde trabaje que tendrá sus tarifas- no acepto dinero. "Si quisiera cobrarte lo que vale mi masaje te daría un sablazo que te dejaría temblando la cartera, esto es un regalo".
Como ya viste en el vídeo que hice, hay tres tipos de masaje: deportivo, hospital -patologías- y hotel/spa (+ consulta privada, que tiene un poco de todo). Si puedes intenta ganar experiencia en los tres sectores, aunque a ti solo te interese uno lo que aprenderás será utilísimo para tu formación y te "curtirá" para estar preparada para cualquier situación...