Miénteme, por favor



Si todo va como tengo previsto estos serán la portada y el texto de contraportada del libro que publicaré de aquí a unas pocas semanas. Me van a permitir no decir absolutamente nada sobre él (y voy a desactivar los comentarios en esta entrada, si quieren hablar de ello usen por favor nuestra página de Facebook); no es que lo haga a propósito para picarles la curiosidad, es por temas técnicos para los crawlers de los buscadores... Largo y aburrido de explicar, confíen en mí. Estoy trabajando ya en la preparación de Mandelrot para el estreno, por eso habrán notado por cierto que desde hace unos días el tamaño de las fotos y los vídeos es algo más pequeño (voy a traicionar mi gusto minimalista colocando de nuevo una columna lateral y tengo que ir haciendo hueco), y en cuanto me llegue la prueba de imprenta y compruebe que todo está bien les anunciaré por fin el estreno y les daré toda la información que quieran.

Pero esta solo es la excusa que me lleva al tema del que les quiero hablar hoy. Esto de tener un blog es una autoterapia, y yo mismo he notado que con el tiempo el ejercicio de escribir me ha ido "desenredando" y me he ido volviendo cada vez menos correcto y más bruto sincero expresando mis opiniones; al principio me importaba más quién iba a leer qué porque quería que tuvieran una buena opinión de mí, pero pasito a pasito, entrada a entrada, he ido avanzando en el proceso de liberarme y expresar las cosas tal como las veo sin pensar en las consecuencias.

En este libro he llevado esto al máximo nivel, contando crudamente cosas muy personales mías y de personas que he conocido a lo largo de mi vida -sin dar nombres ni pistas, claro-. Hasta yo mismo, cuando lo iba releyendo durante las correcciones, había momentos en que pensaba: "a lo mejor debería pensarme mejor si publicar esto, aún estoy a tiempo de echame atrás"; probablemente si no llevara estos años de liberación escribiendo en este blog no me habría atrevido, pero realmente este es un ejercicio tan bueno que yo se lo recomiendo a todo el mundo... Además hice dos rondas de consultas en mi círculo más cercano: una a hombres para escuchar su opinión y distinguir qué es la realidad y qué podrían ser solo figuraciones mías (primer comentario general: "clavado, es que es todo tal cual", y segundo "¡¿en serio vas a publicar esto?!"), y otra a mujeres -está escrito para ellas- para ver si les parecía interesante y útil (los comentarios han superado TANTO mis expectativas que han sido la ayuda más decisiva para no arrugarme y seguir adelante).

Pero bueno, a lo que iba. Entre las personas de ambos sexos que han leído el primer borrador hay algunas a las que no les han hecho ninguna gracia algunos casos que cuento, porque o estaba hablando de ellas (los demás no lo sabrán, pero ellas por supuesto se verán claramente identificadas) o de cosas que también han hecho; y claro, como aquí lo describo todo con sinceridad brutal se han encontrado con cosas muy duras que en su momento pensé y no dije por educación, por delicadeza o simplemente por ahorrarme conflictos. Aún peor: no es que lo pensara yo y ya está, es que mi punto de vista coincide con la gran mayoría de hombres y ahora se dan cuenta de que el mundo a su alrededor no era como pensaban y ellas a lo largo de sus vidas no han quedado precisamente bien con mucha gente de su entorno. Reacción inmediata: matar al mensajero, por supuesto. Ya he empezado a pagar las consecuencias, y eso que el libro todavía no ha salido a la luz. La que me espera...

Nadie quiere que los demás sean totalmente sinceros con ellos, da igual lo que la gente diga. La mentira y la hipocresía no existen por casualidad: las necesitamos para vivir mejor, y de hecho quienes hacen comentarios demasiado directos (aunque sean la verdad pura y dura) son mirados por los demás como inestables, inadaptados socialmente o "raros". Un amigo mío psiquiatra me ha explicado alguna vez que el ser humano no ve la realidad como es, sino que se hace un relato de los hechos a sí mismo en el que lo que se cuenta y cómo se lo cuenta es lo que define nuestra percepción de las cosas. A su vez, entre nosotros nos contamos las cosas como es correcto que las veamos y que los otros vean que las veamos; ellos ignoran a propósito que estamos "masticando" la información para hacerla digerible -a costa de perder realismo-, y así entre todos contribuimos a la ficción colectiva.

Yo en este caso he roto las reglas y, para serles sincero, sé como esto empieza pero no sé cómo va a acabar. Una de mis evaluadoras me dio ayer mismo su opinión sobre el libro diciéndome entre otras cosas: "si una mujer quiere esta puede ser la mejor ayuda que va a tener en su vida; pero de lo que yo no estoy segura es si las mujeres se van a dejar ayudar, o si van a ignorar todo esto porque no les interesa y luego se van a seguir frustrando y echándoles la culpa de todo lo que les pasa a los demás". Yo he puesto mi granito de arena para hacer que las cosas sean mejor, lo que haga cada uno con su vida es responsabilidad de cada uno...