Mi experiencia como terapeuta alternativo

En estos días me ha recordado una conversación con Annette (¡muchas gracias!) que hace ya años les prometí que un día, cuando ya no me dedicara al mundo del masaje y relacionados, les contaría detalles tan reveladores como demoledores sobre lo que es la realidad del mundillo de las terapias alternativas, "energéticas" y demás. He recibido una recomendación legal sobre el contenido de este post y me parece muy juiciosa, así que les advierto desde ya que deben tomarse lo que viene ahora como un cuento (totalmente inventado) que le ocurrió a un personaje (totalmente ficticio, no tiene nada que ver con la realidad) al que llamaremos "Mandalrot". El nombre por supuesto se parece al mío por pura casualidad, nada más.

Pues bien, esta es la fábula de Mandalrot, contada en primera persona como si el personaje Mandalrot tuviera algo que ver conmigo (que no lo tiene, lo que van a leer es producto única y exclusivamente de mi imaginación):


En el mundo del masaje, salvo que te dediques a cosas exclusivamente relativas a la fisioterapia, es muy normal que tengas contacto con las "terapias alternativas": salen cursos constantemente, las escuelas suelen incluir mucha oferta sobre estas cosas -básicamente porque es una forma de vender más, si solo das clases de masaje el resto es dinero que pierdes y se llevará otro- y como muchas de las personas que participan en este tipo de actividades ya tienen un perfil muy crédulo predispuesto pues sacarles la pasta es como quitarle el caramelo a un niño.

Cuando yo empecé mi interés era puramente de trabajo muscular (lo primero que estudié fue masaje deportivo), pero con respecto a la oferta "energética" tenía la mente abierta; no es que fuera un supermegafiel de las energías y demás, pero si tanta gente decía que le iba bien sería porque funcionaba. Además cuando estás allí el ambiente te empuja a conocer más, porque todos tus colegas hablan de un curso que va a salir porque en la escuela tal van a traer a Fulanito-chan que es un médico kármico que trabaja los chakras bailando el mambo con maracas cósmicas, o de un taller que es una superoportunidad porque viene el maestro shiatsu-zen Morroko Karadura a enseñar el alineamiento universal mediante el equilibrio iridiológico de la nosequé, o alguien que conoces se gana la vida haciendo acupuntura porque se fue a China cuatro años y estuvo estudiando en la Universidad Chin-pun-a-tomal-pol-Kul, etc. Como por otra parte en muchos centros spa se piden todos estos rollos para poder meter en su oferta nuevos ganchos con los que timar a los turistas después de mis inicios puramente de trabajo físico fui estudiando otras cosas de este tipo.

Por resumirles la narración (esto es solo la introducción a lo que viene a continuación), no tardé mucho en ver que aquello era un negociete basado simplemente en estafar a los crédulos: eso sí, es un negocio redondo porque no hay nada más fácil y a la vez más gratificante que sacarle la pasta a los que vienen deseando que se la saques, encima te están agradecidos y ya para colmo te hacen publicidad como si de verdad hubieras solucionado sus problemas (de salud o de lo que sea).

En general en todas partes donde he trabajado ha sido muuuuuy raro que haya encontrado a algún compañero de profesión que se creyera todos estos rollos de verdad: alguno había, sobre todo novatos que aún no habían abierto los ojos... Pero vamos, en general, los que ya teníamos una experiencia detrás, entre nosotros sí comentábamos a veces las chorradas que les hacíamos tragar a los clientes con el cuento "energético" (aunque por supuesto el comentario no salía de allí, no está la cosa como para jugarse el sueldo por hablar de más). Recuerdo una vez que una de mis empresas contrató a unos "expertos" que vinieron a enseñarnos una "terapia" de estas: estábamos en medio de la explicación y nos contaba la profesora que uno de los pasos daba mejores resultados cuando había luna llena, y uno de mis compañeros (todos ya estábamos en modo cachondeo) le dijo: "¿y si hay eclipse?". Fue lo que faltó para que nos partiéramos todos de la risa. Por cierto, con esa "terapia" el centro ganó y sigue ganando muchísima pasta, y todos nosotros también.

Otro día, esta anécdota fue realmente brutal, estaba preparando unas cremas (me pilló desprevenido) y apareció uno de mis compañeros con cara a punto de reventar diciéndole a otra compañera (novata): "anda, dile a él lo que me has dicho a mí". La chica me miró toda seria y de sopetón me hizo una pregunta sobre la importancia de la orientación de las camillas de terapias para el alineamiento con el planeta: yo me quedé con los ojos como platos, la miré a ella que esperaba mi docta respuesta con total seriedad, miré por encima de su hombro la cara de mi otro compañero que ya empezaba a partirse de la risa... Y no lo pude evitar, exploté en una carcajada y tardé un buen rato en recuperar el resuello (además fue aún peor porque cuando ya empezaba a recuperarme el otro colega dijo: "¿pero hay que orientarlas respecto al Polo geográfico o magnético?" y ahí ya me acabó de matar). La chica se enfadó bastante con nosotros (la pobre, era nueva) pero conseguimos sacarle que aquello se lo había contado su maestro de shiatsu, un "terapeuta" y profesor por cierto bastante prestigioso en el sector; el negocio es el negocio...

Bueno, llegamos a lo que les quería contar hoy. Un día en uno de mis centros de trabajo vino un tipo (alemán) que por lo visto según me contaron mis jefes era el número 2 de la reflexología en Europa. La número 1 era la doctora FulanitenDeTalen, de la escuela Nosequerollen, y luego venía el colega este. Mi superior directo me lo puso a mí (había pedido una reflexología justamente, quería ver cómo trabajábamos aquí) advirtiéndome que me esmerara para dejarle contento y blablablá. Cuando me explicaba el rollo a mí se me encendió una bombilla en la cabeza, la idea que se me ocurrió era un poco fuerte pero me pareció genial y no dudé en hacerlo: el tipo vino súper estirado, le saludé con todo el peloteo acostumbrado en un centro de esa categoría, lo llevé al cuarto de terapias, lo acosté y lo preparé todo para empezar el tratamiento... Y le hice una reflexología totalmente inventada desde el principio hasta el final, saltándome todas las reglas a propósito. A ver qué pasaba.

Les confieso que, aunque a aquellas alturas de mi carrera ya tenía hipermegaclaro que las terapias alternativas con una pura estafa de la que hemos vivido muchos (y muchos otros más que vivirán mientras exista un crédulo en este mundo), por dentro estaba algo nervioso. El tipo no decía nada, yo tampoco es que me jugara el trabajo porque un cliente no saliera satisfecho (aunque nunca es plato de buen gusto que digan algo malo de ti) pero la situación me tenía algo tenso. Terminé mi superreflexo salida directamente de mi imaginación, dejé que el tipo descansara unos momentos para que equilibrara sus chakras con el universo cósmico galáctico, y me preparé mentalmente para todo cuando saliera.

Resultado: mi jefa me dijo cuando se fué que el tipo había pedido dos reflexos más conmigo en esa semana, había dicho que le había parecido buenísimo y que con toda seguridad volvería más adelante. Y por cierto que así lo hizo durante unos años (hasta que yo me marché del centro), cliente fiel para toda la vida como quien dice.

Después de aquello se lo conté a mis compañeros (que aparte de reírse fliparon en colores por mi atrevimiento, la verdad es que ahora lo pienso y a lo mejor me pasé un poco de insconsciente), y decidí llevar unos pasos más mi descaro: empecé a inventarme no solo las reflexos sino todos los tratamientos "energéticos". Y ¿qué creen que pasó? Superéxito total. No solo mis clientes se quedaban contentísimos (ahora les voy a contar un ejemplo demoledor) sino que algunos, que ya conocían los tratamientos que yo les hacía de antes, se sorprendían de mi forma de hacerlos porque era diferente pero como yo soy un as de la venta les convencía de alguna mierda cósmica y se lo tragaban como si fueran todos los demás los que estuvieran equivocados.

Una vez tuve a un cliente (súper buen cliente del sitio donde yo trabajaba) que era un alemán del tipo armario empotrado 2x2. El tipo me dijo que quería una reflexología "especialmente para estimular las zonas sexuales", porque me contó que tenía problemas de disfunción eréctil con su mujer. Como el muy bestia tenía unos pies más grandes que mis brazos y duros como piedras y yo no tenía intención de destrozarme las manos (además de que con el tiempo cada vez mi atrevimiento había ido yendo a más) le hice una reflexo made-in-missantoscojones de principio a fin. El tipo salió, vino al día siguiente, me pasó un brazo que parecía un jamón por encima, y le dijo a mi jefa: "mein amigo, mein amigo!!". Me contó que esa noche le había debido echar a su mujer el polvete de su vida, y como además era tan bruto como gracioso el tío después siempre repetía "yo estaba así (dedo meñique hacia abajo) y ahora estoy así!" (brazo tieso y duro hacia arriba). Me daba unas propinas cada vez más generosas, me decía que su mujer estaba contentísima, que cuando volviera a Alemania iba a buscarse a un reflexólogo y que volvería cada vez que tuviera oportunidad. Ejemplos como este, que ya dejan bastante claro por qué no te puedes fiar del argumento "a mí me funciona", los he tenido a miles.

Seguramente esto lo estarán leyendo algunos de mis antiguos clientes (que a estas alturas estarán bastante cabreados conmigo por haberles tomado el pelo durante tantos años), y también otras personas practicantes de estas cosas que podrán sentirse molestas porque un tipo que ha visto el negocio desde dentro (y vivido muchos años gracias a él) les deja bien claro que han sido estafados como bobos. Aparte de apuntarles que para estafar a un bobo tiene que haber un bobo que esté deseando que le estafen, solo quiero recordarles que esto es pura fábula y que no tiene nada que ver con la realidad: se trata de la narración de un personaje llamado -por pura chiripa- Mandalrot, que -por casualidad también- es masajista y que cuenta su experiencia simplemente como personaje de ficción. Si quieren saber mi opinión real -y legal-, está clarísimo que los rollos energéticos son fantásticos, la alineación del paciente con los Polos de la Tierra no solo es beneficiosa sino casi diría que imprescindible (solo me queda por saber si tienen que ser los Polos geográficos o magnéticos, me quedo con la gran duda), y es más: hasta la universidad española avala que las terapias alternativas tienen fundamento. Pero por supuesto, la prueba más importante de que todo esto es cierto es que... a ustedes les funciona, ¿verdad?