El plan

Les había dicho que esta serie había terminado, pero parece que hay epílogo: yo les había anunciado a mis jefes que este 31 de agosto dejaba la empresa y ya estaba enfilando la proa hacia mi siguiente camino, pero ayer me pasó una cosa tan sorprendente que aún no me he repuesto y que, aunque no me cambia mis planes en cuanto a los objetivos últimos (que son los que me interesan en realidad), sí que me suponen un inesperado atajo para llegar hasta ellos.

Resulta que mi jefe máximo, que ya varias veces me había dicho que me pensara lo de irme (y yo siempre le había explicado por qué no quería continuar) ayer finalmente me propuso hacer cambios para que no dejara el trabajo. A mí me costó creerlo, y todavía me cuesta, cuando escuché estas palabras: "dime lo que te conviene a ti, nos adaptamos y te quedas con nosotros"; créanme cuando les digo que yo en una empresa como esta no llego ni siquiera al estátus de último mono (digamos que estoy peleando por el nivel "pelo del culo del mono") y esto me dejó estupefacto.

Total, hoy le he dado mi respuesta, a él todo le ha parecido perfecto y hemos quedado en que voy a continuar haciendo los cambios que de repente convierten mi empleo en un premio: solo voy a trabajar 5 horas al día por las mañanas, mis funciones van a ser algo más lo que a mí más me gusta, y sobre todo lo que más me interesa tendré todas las tardes y los fines de semana libres para dedicarme a mis proyectos (que van a llevar su tiempo pero llegarán). No voy a perder ninguno de mis objetivos, tendré algo que me da una base para vivir sin preocuparme (además recuerden que tengo una red de seguridad con mis otros dos empleos, de profesor y de escritor, aunque estos son horas sueltas), tendré un trabajo que me gusta y todo el tiempo del mundo para lo demás. Espectacular.

Se lo he dicho más de una vez: esforzarse no garantiza el éxito, pero rendirse garantiza el fracaso. Nada de esto es casualidad, las cosas podrían haberme salido mal pero el caso es que lo intenté y en todo momento me esforcé todo lo que pude para salir con éxito de mi zona de confort y aterrizar en un mundo mejor. Los que han seguido esta serie saben que no ha sido fácil, pero hay cosas que son caras porque son valiosas.

¿Y qué habría pasado si no hubiera conseguido superar estos largos tres años de estudios? ¿Y si no hubiera encontrado trabajo? Suponer que un desarrollador de software no encuentra empleo en 2018 es irreal, pero vamos a imaginarlo. ¿Y si al meterme en esto descubro que en realidad no me gusta? ¿Y si es demasiado difícil para mí y no soy capaz de crear productos de calidad? ¿Qué habría pasado si las cosas hubieran salido mal?

Pues habría pasado que estaría súper contento conmigo mismo por haberme atrevido a intentarlo, eso es lo que habría pasado. Estaría fregando los baños de una hamburguesería, reponiendo en un supermercado o pescando debajo de un puente; pero en cuanto tuviera la oportunidad de intentarlo de nuevo lo volvería a hacer si no es con esto con otra cosa que se me metiera en la cabeza. La victoria no va en ganar o perder, va en ser el tipo de persona que lo da todo para conseguirla; la suerte también juega y hay mil y un factores que no podemos controlar, por eso no se puede medir el triunfo personal por los resultados prácticos. La victoria es algo que se lleva dentro.