En Suecia acaban de descubrir la pólvora mojada

Link para ver el vídeo

Paso 1: invertimos una pasta para conseguir crear un sistema educativo en el que los niños aprenden valores positivos y se hacen buenos miembros de la sociedad.

Paso 2: metemos en el país a un montón de gente que ha crecido en sistemas de valores tóxicos.

Paso 3: ¿qué ha podido salir mal?


Como ya saben yo soy libertario y en teoría me gusta la idea de que no existan las fronteras y que cualquiera pueda ir libremente a donde le dé la gana sin que un tipo en un despacho se lo autorice o le tenga que dar papeles. Pero claro, creo en la propiedad privada y está claro que un país pertenece a sus ciudadanos y cualquiera tiene el derecho de decidir quién entra en su casa y quién no. Así que, aunque idealmente me gustaría un mundo de circulación libre, en la práctica no tengo derecho a invadir el terreno de otras personas y quien invade mi propiedad es simplemente un criminal que está atentando contra mis derechos fundamentales. Me encanta la inmigración, pero las llaves de mi casa las tengo yo y le abro mis puertas a quien quiero yo.

Con todo esto, si yo tuviera la responsabilidad de decir cuál va a a ser la política de inmigración de mi país, pondría estas reglas y solo estas. Cualquiera que las cumpliera (venga de donde venga, sea de la raza que sea, tenga la ideología que tenga y crea en los valores que crea) estaría automáticamente aceptado:


1) El inmigrante (y las personas a su cargo) tienen que pagar más impuestos de los gastos que generan al país. El Instituto de Estadística calcularía anualmente cuánto le cuesta cada ciudadano al Estado, vamos a suponer por ejemplo 10.000 euros; una familia de dos adultos y dos niños tendría que pagar como mínimo 40.001 euros para quedarse. ¿Que pagas más? Genial. ¿Que un año no tienes esa pasta y no la puedes pagar? Te largas instantáneamente. Me da igual que tengas contrato de trabajo o que no lo tengas, me da igual de qué vivas, me da igual de dónde lo saques. Esa es tu cuota si quieres quedarte aquí, tú y los que dependan de ti. Arréglatelas para que los nacionales ganemos dinero con tu presencia aquí o vete a otro sitio.

2) El inmigrante tiene que tener un historial penal/delictivo perfecto, tanto previamente en su país de origen como en el de acogida. ¿Cometes una infracción de tráfico grave, o una leve repetida? A tu país (en cuanto pagues tus deudas legales aquí, claro). ¿Te peleas con tu vecino y le pegas un puñetazo? A tu país. ¿Te han puesto dos multas en el ayuntamiento porque tu perro ladraba? A tu país. Solo se te pasa el primer error y solo si es algo muy leve (pones a cero de nuevo la cuenta al cabo de mucho tiempo, por ejemplo 10 años), al segundo estás fuera da igual lo justo o injusto que pueda ser. Te quedas en mi propiedad si eres el tipo de ciudadano que yo le podría poner como ejemplo a mis hijos para decirles "ojalá ustedes de mayores sean como ese señor", y si no es así te largas.

3) Si el inmigrante no puede pagar el viaje de vuelta a su país, o por lo que sea no lo aceptan, va a la cárcel por tiempo indefinido (como si es toda la vida) hasta que salga directamente al aeropuerto, por supuesto costeándolo él. Los costes durante su estancia en prisión se van sumando a la factura que tiene pendiente, y no sale hasta que pague hasta el último céntimo de lo que debe al Estado y que los contribuyentes (también los inmigrantes contribuyentes) no tengan que pagarle nada.

4) Estar ilegalmente en el país de acogida es un delito muy grave con penas máximas de prisión. Al terminar su condena se aplica el punto 3. Si un inmigrante ha sido expulsado una vez, ya no puede volver a poner los pies allí nunca más ni de visita.

5) El inmigrante y sus descendientes jamás podrán optar a la nacionalidad del país de acogida, que estará reservada única y exclusivamente a los ya nacionales y sus descendientes.


Si un ciudadano objetivamente contribuye al Estado que le acoge y tiene un comportamiento intachable, no veo por qué habría que discriminarlo por sus orígenes, su cultura, su religión o lo que sea. Si tiene rasgos culturales que no son compatibles con los del país de acogida, o bien esos comportamientos se incluyen como delitos (si son malos de verdad) o bien hay que aceptarlos y no tenemos ninguna razón objetiva para rechazar a alguien porque no nos gusta cómo es. Estas son las reglas que a mí me gustaría que me exigieran en cualquier país del mundo al que yo quisiera emigrar, y si un día yo mismo no las cumpliera entendería perfectamente que me suspendieran el privilegio de vivir entre sus ciudadanos.