¿Qué quieres ser de mayor?


Bee Gees: Staying Alive

Si hay una cualidad que tengo de la que estoy especialmente contento es la de aprender de todo lo que pasa en mi vida, especialmente de analizar y sacar lecciones -a veces muy valiosas- de las derrotas. Además mi historia personal ha sido cualquier cosa menos monótona: tuve una infancia bastante tranquila, pero desde los 11 años (mis padres se separaron) parece como si el camino de mi existencia hubiera ido dando saltos y sufriendo cambios constantes. Así rápido podría mencionar que a los 16 me fui de casa a estudiar fuera aprovechando una beca (a mi madre le dije que me iba prácticamente con las maletas ya en la puerta como quien dice, la impresión fue tan brutal que tardó una semana en volver a ser persona), que viví en total buscándome la vida yo solito 11 años fuera en distintas etapas, que volví a mi ciudad natal dejando absolutamente todo atrás para empezar desde cero en absolutamente todos los sentidos, que la última década también ha tenido fases muy diferenciadas, y que el próximo agosto (curiosamente cuando se cumplirán otros 11 años de mi vuelta a Canarias) volveré a sacudirlo todo dejando mi trabajo -que dentro de mi profesión es lo mejor de lo mejor-, renunciando a todo lo material que he ido ganando durante los últimos 20 años, para hacer un completo "restart" de mi vida y volver a empezar nuevos estudios de nuevo borrando todo lo anterior. ¿Saben cuando uno dice "quién pudiera volver a los 18 años pero con todo lo que he aprendido ahora"? Pues eso es exactamente lo que yo voy a hacer...

Vamos, lo que les quiero decir es que he tenido oportunidad de pasar por situaciones de lo más diverso, y que esto me ha supuesto la posibilidad (que he aprovechado al máximo) de aprender mucho tanto de lo bueno como especialmente de lo malo. Hay una maldición tradicional china que me encanta, dice "ojalá tengas una vida interesante"; según eso yo soy un hombre maldito.

Pues bien, últimamente se ha dado la circunstancia de que varias personas de mi entorno han pasado por circunstancias más o menos difíciles que casualmente yo ya había vivido antes de manera extraordinariamente parecida. Cuando han comentado conmigo esas situaciones no sólo he podido darles una visión bastante profunda del asunto, sino que en algunos casos he podido hacer predicciones sorprendentemente certeras de lo que iba a pasar a continuación. Alguna de estas personas me ha llegado hace un par de días a preguntar si de alguna manera estaba "compinchado" con la gente con la que se relacionaba, porque acertaba hasta las palabras concretas que más tarde le dirían.

Pero claro, no se trata de compincheos, ni de magia, ni la cosa tiene ningún misterio: sólo experiencia. Como los humanos somos tan simples y predecibles, a todos al final nos pasan las mismas cosas y parece que estamos hechos en serie aunque nos guste considerarnos especiales (hasta en eso coincidimos), la única diferencia entre ellos y yo es que yo ya me la había pegado en los mismos sitios por los que ellos estaban pasando en esos momentos y pude describirles los baches que se iban a encontrar.

Dejando esto a un lado, últimamente también ha salido por aquí el tema de lo que es ir cumpliendo años y (en mi caso) darse cuenta de que la gente con la que te relacionas es toda de una generación más joven que tú. Hace muy pocos días, por ejemplo, se me ocurrió preguntar a mis compañeros de trabajo y resulta que la media de sus edades viene a ser como unos diez años menor que la mía. Hasta ahora los había considerado como si no hubiera ninguna diferencia entre nosotros (en este sentido quiero decir), pero de repente he caído en que a mí me queda poco para llegar a los 40 y que casi todos ellos son veintipicoañeros. Seguro que esto le pasa a todo el mundo antes o después, yo lo he descubierto ahora... Vamos, no me preocupa lo más mínimo: nunca me he comparado con nadie, yo me siento estupendamente y sigo teniendo una mentalidad lo suficientemente descerebrada joven como para embarcarme en un proyecto personal tan renovador como el que me toca dentro de unos meses; pero el hecho me ha sorprendido, simplemente.

Esto me está haciendo pensar en lo bueno y lo malo del paso del tiempo. Creo que los dos aspectos dependen muchísimo de uno mismo: la experiencia es una tremenda ayuda para todo como han comprobado estos días las personas a las que he podido ofrecérsela, pero hay muchísimas personas que no aprenden nada de sus vivencias y no mejoran, cometen los mismo errores una y otra vez, y se estancan o están siempre dando vueltas en círculo; y por otra parte con los años uno puede decidir hacerse viejo y anquilosarse sin más, o puede seguir siempre mirando hacia adelante buscando ir un paso más allá. Claro, esto último cuesta mucho trabajo y no es nada fácil sacudirse la esclavitud de las obligaciones o responsabilidades que uno se ha ido echando encima; pero ya saben lo que pienso de esto, para mí son sólo excusas para tirarse en el sofá y comer pizza y si uno quiere algo de verdad no hay nada que pueda detenerle.

Tú eliges envejecer

Así que mis reflexiones sobre el asunto me han llevado a una conclusión: cumplir años es una cuestión de matemáticas, pero hacerse viejo es una elección personal. Puede que con el tiempo me pueda quejar de que me cuesta más subir las escaleras o que los estudios no me entran tan fácil; pero mi propia actitud y mis decisiones me dan a la vez la libertad de elegir qué modelo de vida es el que quiero, y por supuesto también la responsabilidad absoluta sobre mi futuro. Yo sé perfectamente cuánto cuesta todo esto, porque siempre he hecho -y sigo haciendo- tremendos sacrificios para mantenerme joven. Renunciar a todo para embarcarme en una aventura que no tengo ni idea de adónde me llevará, pero que tengo la convicción que es el camino que quiero seguir para ser feliz, no se crean que es fácil; y la paliza física y mental que me espera los próximos años con 15 horas fuera de mi casa cada día, comiendo caliente sólo dos días a la semana y de resto bocadillos o lo que pueda, exprimiendo al máximo mi escaso tiempo libre para estudiar y recuperar lo que no pueda en los días lectivos, será sólo comparable a olvidarme de gastar dinero en nada que no sea absolutamente imprescindible, limitar aún más el contacto con mis seres queridos, y muchas otras cosas que sé que tendré que hacer y que aún así asumo y acepto como pago por lo que espero que sea un bien mayor.

A lo mejor fracaso en todo esto, llega un momento en que no doy para más o simplemente no estoy a la altura de las metas que me he propuesto. Soy humano, si no puedo pues no puedo y no pasará nada. Eso sí, tenga los años que tenga no quiero hacerme viejo: si los objetivos que me he fijado están fuera de mi alcance tendré que ponerme otros menos ambiciosos que sí pueda conseguir... Pero siempre seguiré mirando hacia adelante. Intentaré que los años que llevo detrás sean una fuente de experiencia y conocimientos que me sirvan como herramientas para ser mejor, y que los que me quedan por delante no signifiquen simplemente una espera acomodada a que me llegue la muerte. No sé qué responderá cada uno de ustedes a la pregunta del título: yo de mayor quiero seguir siendo joven.

2 comentarios:

  1. Pues no quiero ni ser la misma chiquilla impulsiva que se comía el mundo ni una sosa aburrida, pero me voy dejando llevar por los cambios de la vida, siempre que esté a gusto con ellos. Y si no, lucharé para evitar verme encasillada en una ama de casa, vieja deprimida. Así que de mayor quiero seguir evolucionando.

    ResponderEliminar
  2. Si mantienes el mismo espíritu de ser autocrítica para mejorar seguro que lo conseguirás...

    ResponderEliminar

Por favor, sé considerado y respetuoso con los demás. Los comentarios molestos, ofensivos, mal escritos o EN MAYÚSCULAS, así como los de spammers o publicitarios, no serán publicados.