Deseos que se cumplen

Cuando era pequeño solía meter los brazos dentro de una camiseta y decirle a la gente que los había perdido. Apagaba y encendía el juego cada vez que veía que iba a morir. Dormía abrazando a todos los peluches para que ninguno se ofendiera. Tenía un bolígrafo de cuatro colores que apretaba todos los botones de una vez para que salieran los cuatro juntos. Llenaba la tapa de alguna botella y bebía como si fuera un vaso pequeño. Esperaba detrás de una puerta para dar un susto a alguien, pero después me iba porque tardaban mucho en venir. Fingía estar durmiendo para que me llevaran en brazos a la cama. Solía pensar que la Luna seguía a mi coche. Miraba las gotas de agua caer en la ventana y hacía como que era una carrera de gotitas. Cuando me tragaba las pipas de una fruta tenía miedo que fuera a crecer un árbol en mi estómago.

¿Te acuerdas de cuando éramos niños y queríamos ser adultos? ¿En qué estaríamos pensando?

(Está dando vueltas por todas partes en la red, seguro que lo leerán en otros sitios)


Yo ahora mismo estoy casi a la mitad de la novela interactiva de la que les hablé hace tiempo (pensaba que me lo iba a ventilar en una semanita, ¡qué iluso! Cada vez se lía más). Acabo de terminar un taller de masaje superdivertido; tengo en el punto de mira apuntarme a clases de música dentro de un mes y pico cuando se abra el plazo -veremos si puedo, si no no me rendiré y lo dejaré para cuando sea posible-; ¿recuerdan aquel excelente curso de dibujo que les comenté? Pues lo completé con resultados impresionantes, y cuando termine la novela interactiva en unos meses justo lo siguiente que tengo en mi lista es comenzar otro curso específico para dibujar cómics que es lo que quiero hacer. Aparte de todo esto, y dependiendo un poco de las circunstancias, quizá vuelva a organizar más talleres con los de la asociación protectora de animales; pero es posible que todo cambie en unos meses porque ayer me llamó un amigo desde Argentina para hablarme de la posibilidad de irme a vivir allí trabajando de director de spa otra vez... Tengo 41 años, me cuido mucho, me siento fuerte y cada día más, hago cosas, no tengo televisión, tengo un blog, escribo libros que ayudan a miles de personas de todo el mundo (aunque no fuera así me daría igual, escribo porque me gusta) y me paso el día pensando en cosas nuevas que crear, aprendo algo todos los días de mi vida, y me siento infinitamente mejor ahora que cuando tenía 10 años. Ahora tengo muchos problemas -algunos muy serios- y quebraderos de cabeza en los que pensar, pero ni loco me cambiaría por mí mismo de niño o por ningún niño que conozca: cuanto más viejo me hago más exprimo la vida y más me gusta.

A lo que voy con todo esto: ¿cuál es tu excusa?