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Entre otras cosas cuenta que gracias al levantamiento de pesas su vida es infinitamente mejor: puede sostener a sus nietos en brazos, puede cargar con la compra como si nada, se siente fuerte y saludable, y no hay más que verla para notar la diferencia de calidad de vida entre alguien así y un cualquier viejo de 77 años o incluso menos decrépito, fofo, cansado, arrastrado y frágil. ¿Cuál de los dos caminos quieres seguir tú? ¿Cuál es tu excusa?