Cómo contar una historia (7): la evolución de los personajes

(Link al principio de la serie)


La celebración se alargaría toda la noche; los soldados bebían y cantaban, alegres por las noticias de victoria. Miller sorteó como pudo al grupo de reclutas borrachos que casi le tiraron la cerveza mientras intentaban mantener el equilibrio al bailar. Él rió con ellos mientras los dejaba atrás, y en ese momento reparó en la figura que estaba sentada en una de las mesas del fondo. Se dirigió hacia allí.

- Eh, héroe -saludó al soldado, que permanecía con la mirada fija en la botella que tenía entre las manos-. ¿No celebras con los demás? Eres el hombre del momento, ¿has bebido demasiado?

El soldado no reaccionó. Miller se sentó a su lado y le palmeó el hombro.

- Ya he oído lo de la medalla. Enhorabuena, me ha dicho el sargento que aún no es oficial pero que está hecho. Con tu historial en estos seis meses y después de lo de hoy esos cabrones ya te temen más a ti que a toda nuestra artillería.

Soltó una breve carcajada y dio un trago a su botella.

- Vaya, me quedo sin cerveza. ¿Te traigo una también?

El soldado, que hasta ese momento no había reaccionado en absoluto, dijo algo por fin.

- Miller.
- Dime, amigo -sonrió este.

El soldado le miró fijamente a los ojos.

- ¿Crees que todo esto está bien?

La acción en una historia no tiene por qué limitarse a una sucesión de acontecimientos conectados. Si hemos hablado anteriormente de lo que puede aportar el uso de distintos hilos narrativos, el desarrollo de los personajes también añade capas argumentales y una complejidad que, bien utilizada, puede enriquecer mucho lo que quieres contar.

Y cuando hablo de evolución de un personaje (progresiva o abrupta, si la vinculas a un acontecimiento concreto que dispare un gran salto personal) no me refiero solo a que objetivamente él cambie; también es posible que, sin que sea así, haya algún elemento que haga que el público lo perciba de manera distinta. Por poner un ejemplo fácil: el villano odioso del que se descubre algo en su pasado que de repente da un nuevo contexto a sus actos y pasa a ser alguien con quien uno se puede identificar mejor. La acción también es que pasen cosas en la mente de quien recibe la información.

Pero cuidado: al igual que ocurría con los hilos, es importante no olvidar qué es lo principal que quieres contar y no pasarte con las explicaciones. Mira el ejemplo que abre este post: Miller lanza un patrón hacia el pasado (no cuenta hechos concretos, pero tampoco hace falta) y la pregunta del héroe lanza un patrón hacia el futuro (lo que dice ya te hace esperar algo de él) que va en una dirección distinta. Los detalles no siempre son necesarios, a veces puedes sustituir cantidad con calidad.

El manejo de la psicología de los personajes es una fuente enorme de recursos muy variados, que llegan incluso a usar la no-evolución como rasgo de interés. Un personaje estático te puede servir para hacer destacar lo dinámico de otro, o para aumentar el efecto de un hecho narrativo si haces que de repente este le afecte y lo haga avanzar cuando esto no se esperaba. Lo importante es que conozcas bien tus herramientas y conscientemente decidas usarlas (o no) para hacer que tu historia se parezca más a lo que quieres.

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