¿Cómo quieres que sea tu pareja?

Esta semana me he estado escribiendo con una amiga que lleva bastante tiempo buscando pareja, y me contaba que después de sus -nefastas- experiencias últimas ha llegado a la conclusión de que o rebaja sus pretensiones o no va a encontrar a nadie: "va a llegar un punto que conque sepa dónde tiene el culo será suficiente, y hasta esto eliminará al 90% de los tíos que estoy conociendo". Diría que es que ha tenido mala suerte, pero como se da la circunstancia de que conozco bastantes casos más o menos parecidos y yo mismo tengo también mis propias experiencias, pues sé que lo normal es esto y son pocas las personas -muy afortunadas- que encuentran a la persona correcta a la primera o a los pocos intentos.

(Inciso: curiosamente, y para que vean cómo es el ser humano, a alguna persona que conozco que ha tenido esta suerte y se ha ahorrado todas esas otras situaciones dolorosas y problemáticas encima le he oído comentar alguna vez que le hubiera gustado haber tenido más experiencias... Desde luego está claro que el jardín del vecino siempre es más verde).

Mi amiga lo decía como comentario sarcástico, claro, porque en realidad le pasa lo que a prácticamente todo el mundo: cuantos más años y experiencia tienes vas subiendo el listón y cada vez es más difícil llegar a tus mínimos. Y no sólo es que ahora pidas más, es que además hay más cosas que antes tragabas pero que ya NO estás dispuesto a aceptar. Con lo que ustedes me van conociendo ya se imaginarán que yo no soy precisamente la persona más adecuada para darle consejos a nadie sobre cuestiones amorosas porque si todos hicieran lo que yo acabarían como yo... Pero entre mensaje y mensaje le conté mi particular visión de este tema, y como no es la primera vez que hablo sobre esto con gente cercana he pensado en dejarlo escrito en Mandelrot y así la próxima podré darles directamente el link por si les interesa tener una opinión distinta que, aunque por supuesto es algo subjetivo y no busque convencer a nadie de nada, al menos quizá les haga pensar.

Con los años sube el listón

Cuando yo era un adolescente casi me valía lo que le vale a cualquier adolescente: que la chica me gustara (y que yo le gustara a ella y me lo expresara, esto era importante para mí). Luego ya fui madurando y me fui fijando en otras cosas, claro... Empecé a valorar cualidades personales como la inteligencia, la cultura y demás. Después de eso fui teniendo sucesivas experiencias -estoy resumiendo mucho- con personas algunas de ellas con características realmente brillantes, pero que no salieron bien; y eso me hizo darme cuenta de que para mí había cosas que en el fondo eran valiosas y otras que, a pesar de lo que yo había pensado antes, estaban bien pero no eran tan importantes. Ahora que ya tengo mis años y mi currículum detrás he llegado a la conclusión de que lo que cuenta para mí no es lo que la otra persona tenga en su haber, sino lo que afecte a nuestra pareja.

Voy a poner un ejemplo. Una vez tuve una novia que destacaba muchísimo por su inteligencia: ocupaba un puesto de prestigio internacional en su profesión y su cultura era absolutamente impresionante... Alguien espectacular y "deslumbrante", vamos. No tardó mucho en hartarme y en hacerme llegar a la conclusión de que a mí la inteligencia, el prestigio profesional y que supiera hablar varios idiomas me importaban un bledo si luego había otras cosas que no funcionaban. ¿Qué más me da a mí que mi pareja sepa cocinar unos filetes fantásticos, si yo soy vegetariano?

Así que ahora, aunque valoro positivamente que una potencial compañera tenga determinadas cualidades muy admirables, me he dado cuenta de que realmente lo que yo necesito como "mínimos" no va por ahí. Si es muy inteligente, mejor que mejor; si es muy cariñosa, mejor que mejor; si es muy culta, mejor que mejor; si compartimos gustos, intereses y aficiones, mejor que mejor. Pero vamos, tampoco me hace falta que sea La Mujer Perfecta igual que yo tampoco seré perfecto para ella.

Algo bueno puede no ser fundamental

¿Qué es lo que para mí sí es imprescindible? Pues ahora he llegado a la conclusión de que hay tres cosas que sí me afectan, que influyen en mi vida y en mi relación de pareja, y que si la otra persona no las tiene a la larga serán problemas insalvables para mí (así que prefiero no empezar y ahorrar problemas para después). Son éstos:

1) Que me guste mucho físicamente; para una salida esporádica no colocaría la palabra "mucho", pero pensar que ésa va a ser la única persona con la que voy a tener sexo los próximos 50 años ya me hace ser bastante más selectivo... Sin embargo la cuestión que hace de esto algo básico no es ésa: yo hago unos tremendos sacrificios todos los días para cuidarme físicamente, no sólo porque mis sesiones de training son superdolorosas y realmente sufro muchísimo cada vez que entro al gimnasio sino porque todos los días a todas horas renuncio a comer un montón de cosas ricas que desearía con toda mi alma disfrutar; y tengo comprobado que es para mí hay una enorme diferencia (en mi vida diaria quiero decir, cuando estoy solo) entre que cada vez que renuncie a comerme un trozo de tarta, o un pastel, o una hamburguesa, o cada vez que me ponga en el banco de las pesas sabiendo que los próximos minutos voy a sufrir hasta que no pueda más destrozando mis límites, piense "mi novia está buenísima, lo menos que puedo hacer es machacarme para estar yo también así para ella" o bien "para qué me estoy matando todos los días si mi novia está sacando chichas". Cada uno pensará según le vayan las cosas, en mi caso es así: realmente me afecta personalmente, y como he elegido este estilo de vida y no quiero dejarlo pues siempre que haga uno de estos sacrificios cotidianos quiero que pensar en mi pareja sea una motivación extra y no un lastre de moral.

2) Que tenga un carácter fácil y positivo: prefiero romper a discutir, y no quiero ser más el psicólogo/animador de nadie. Soy un tipo simple, será por eso que ya paso de la gente complicada.

3) Que tenga una visión de la pareja compatible con la mía: está claro, por mucho que todo lo demás sea perfecto, si no hay un modelo de relación que sea aceptable para ambos -aunque los dos tengamos que acercarnos al otro dentro de lo que queremos- tarde o temprano la cosa reventará o uno de los dos vivirá frustrado. Ya me ha ocurrido y no quiero volver a pasar por eso, ni por mí ni por ella...

Luego estará que ella también tendrá sus mínimos, y a lo mejor yo no los cumplo: por ejemplo, si quiere a alguien que en el futuro contemple la posibilidad de vivir juntos, yo estaré eliminado desde el primer momento. Normalmente este cálculo previo no se hace cuando eres joven: te enamoras, lo ves todo de color de rosa, la otra persona te mueve las mariposas del estómago... Y luego cuando la fase de pasión ciega se pasa es cuando empiezas a ver las cosas como son y puede que descubras que realmente hay elementos básicos incompatibles entre los dos y se acabe rompiendo o pase lo que pasa. Con los años mucha gente -no siempre- ya empieza a pensar antes de actuar, aunque conozco a personas con experiencia que defienden que es mejor lanzarse ciegamente y luego ya veremos. Es más, tengo una amiga que más de una vez me ha dicho que no le importa meterse en una relación aun sabiendo que tarde o temprano no va a funcionar, porque piensa que los momentos de felicidad le compensarán al sufrimiento de después (espero que nunca tenga por ejemplo que vivir con una persona realmente dañina, o violenta, o con cualidades realmente destructivas, para que no tenga que cambiar de opinión).

En fin, cada uno sabrá lo que hace: yo si ella no me gusta mucho, me parece una persona difícil, inestable o depresiva, o bien me dice por ejemplo que el sueño de su vida es tener familia y muchos hijos, ya sé que como mucho podremos ser buenos amigos y quizá salir alguna vez; pero tendré claro que no quiero que sea la mujer de mi vida. Si cumple mis mínimos después será más o menos inteligente, más o menos cariñosa, tendrá más o menos puntos positivos o negativos para mí... La respetaré como quiera que sea, adoraré sus cosas buenas y aceptaré las que no me gusten, el amor llegará si tiene que llegar y ya veremos qué pasará después: muchas veces lo he pasado mal y ya ha llegado un momento en que le he perdido totalmente el miedo a sufrir, y si un día tenemos que romper y me toca querer morirme pues adelante.

Quiero terminar con la sentencia de la amiga con la que me escribí acerca del tema, porque añadido a todo lo demás me hizo mucha gracia: "vamos, que al final vas a estar de acuerdo conmigo en que aquí ya vale con que el tío esté bueno y que no dé problemas". No me extraña que no encuentre a nadie, es que pide mucho...